martes, 24 de noviembre de 2020

Hallazgos de fauna pleistocénica en el Valle del río Cauca

 Para información actualizada por favor visita https://titanoboaforest.com/colombia-tierra-de-mastodontes-anexo/


Amplían colección de mamíferos fósiles en el Valle



 Bóvidos (parientes de las vacas), proboscídeos (grupos de elefantes) y caballos autóctonos de Sudamérica que forman parte de esta colección fueron caracterizados por un equipo de expertos en desarrollo de una expedición para conocer el pasado fósil del Valle del Cauca.

 Los resultados se presentaron en el Primer Congreso Colombiano de Paleontología, organizado por el Museo Paleontológico de Villa de Leyva de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá.

 El biólogo Juan Sebastián Escobar Flórez, profesor de la Universidad Icesi y estudiante de la Maestría en Biodiversidad Tropical de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (UniRío), habló del importante trabajo paleontológico del que formó parte.

 Esta investigación se enfocó en la última porción del tiempo geológico: el Cuaternario, que abarca desde hace 2,6 millones de años hasta la actualidad y se caracteriza por ser el periodo en el que ocurrieron ciclos glaciales (el planeta se congelaba y descongelaba constantemente).

 


Con este tiempo definido, el trabajo se dividió en dos partes: en la primera se hizo una revisión y caracterización de una colección previamente conocida gracias a Carlos Jaramillo, uno de los paleontólogos más importantes de Colombia. En la segunda se hizo una expedición en los sitios de origen de la colección para buscar más piezas, la cual fue apoyada por la National Geographic Society.

 

Un viaje de 4.000 años

 Dentro de la colección revisada se encontró que las piezas más abundantes pertenecen a un bóvido, lo que generó gran expectativa pues este hallazgo es bastante raro. Después de una revisión detallada se encontró que ese bóvido es un tipo de ganado vacuno del que actualmente se conoce, pero del 1.600 aproximadamente, cuando ingresó a Colombia traído por los españoles.

 


Posteriormente se encontró un grupo de caballos autóctono de Sudamérica: el Equus neogeus, una especie muy distinta a la que se conoce hoy y que se extinguió hace más o menos 4.000 años –por influencia del hombre, cambios climáticos y otros factores–, como los otros mamíferos que forman parte de esta colección.

 También hay un proboscídeo: el Notiomastodon platensis, un grupo de elefantes que vivió en Sudamérica, muy famoso, y que la gente suele llamar coloquialmente como mastodontes. También hay un perezoso gigante llamado Eremotherium laurillardi.

 Por último, entre los nuevos hallazgos se encontraron venados; tayasuidos, que son el grupo al que pertenecen los tatabros y los pecarís (cerdos salvajes); unos zorros; una zarigüeya (chucha) y un carnívoro, los cuales están a la espera de que se identifique su especie.

 La mayoría de estas especies se originaron en Norteamérica y llegaron a Sudamérica durante un proceso conocido como el Gran Intercambio Biótico Americano (GABI). Tener estos fósiles permite entender mucho mejor cómo llegaron, se establecieron y prosperaron estos grupos en una zona tan diferente a Norteamérica.

 Además, este tipo de estudios paleontológicos también da unas ideas de cómo ha cambiado el Valle del Cauca en menos de 5.000 años, porque estos organismos estaban adaptados a zonas abiertas y de sabana, ecosistemas que hoy no tiene el departamento.

 En palabras del biólogo Escobar, “es un hallazgo importante para el entendimiento paleoambiental del Valle del Cauca en la última glaciación”.

 

Historia escondida en el fondo del río

 


Este estudio fue un trabajo en equipo que se llevó a cabo con la colaboración de expertos de diferentes lugares, como Gheny Krigsfield, odontólogo e investigador asociado a la Universidad Icesi y el paleontólogo Jorge Moreno Bernal –de la Universidad del Norte–, quien realizó la revisión del estado del material (marcar y catalogar piezas).

 Después se hizo una revisión taxonómica para determinar a qué grupos de especies pertenecían las piezas revisadas, trabajo adelantado por dos paleontólogos expertos en megafauna del Cuaternario: Leonardo dos Santos Ávila y Dimila Mothe, investigadores de UniRío. El biólogo Escobar apoyó tanto la catalogación como la revisión taxonómica.

 El trabajo de campo para explorar nuevo material se realizó en el lecho (parte profunda) del río Cauca, en Yumbo y cerca al peaje que va de este municipio hacia Rosas (Cauca).

 


Allí los investigadores se sirvieron de la maquinaria que usan los habitantes de las dos localidades, con la cual normalmente sacan arena del río para construir. Mientras ellos dragaban el río, los expertos esperaban para observar si salía alguna pieza paleontológica.

 Este proyecto buscó explotar y destacar el potencial paleontológico que tiene el Valle del Cauca, pues en el departamento se trabaja muy poco en este campo.

 

 Referencias:

Amplían colección de mamíferos fósiles en el Valle. Fuente: Agencia de Noticias UN - Unimedios.  24.11.2020  (http://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/article/amplian-coleccion-de-mamiferos-fosiles-en-el valle.html?fbclid=IwAR2Hs4oXBfixJ_FFEFbndvnVJOEh1y8Tz5Sj_mBTX94GiwuUnqkNcdLHMvQ) [Última consulta 24.11.2020].


Todas las imágenes y fotografías aquí publicadas son propiedad de sus respectivos autores.







miércoles, 4 de noviembre de 2020

Acregoliath, un pez gigante de hace 13 millones de años

 El enigmático pez gigante de Suramérica: ACREGOLIATH

El hallazgo en el desierto de la Tatacoa de escamas del Acregoliath rancii, un pez que se pensaba que solo había habitado la cuenca amazónica, se une al cuerpo de evidencia que apunta a que en el Mioceno (que se extendió entre hace 23 y 5 millones de años) no se había levantado totalmente la cordillera oriental y el norte del continente era un gran pantano.



En la paleontología, algunos descubrimientos se hacen en el campo, y otros, como el de Jorge W. Moreno Bernal, estudiante del Doctorado en Ciencias del Mar de Uninorte, se hacen dentro de los museos. En 2014, buscando fósiles de cocodrilos entre las colecciones del museo de paleontología de la Universidad de Berkeley, encontró unas escamas particulares sin identificar provenientes del desierto de la Tatacoa. Inmediatamente se puso en contacto con Gustavo Ballen, especialista en peces, quien actualmente se encuentra haciendo su doctorado en la Universidad de Sao Paulo, y juntos comenzaron la investigación que derivó en el artículo New records of the enigmatic neotropical fossil fish Acregoliath rancii (teleostei incertae sedis) from the Middle Miocene Honda Group of Colombia, que fue publicado en Ameghiniana, la revista de la asociación argentina de paleontología.

En la publicación se describe por primera vez las escamas fósiles del Acregoliath rancii encontradas en una expedición por el país organizada por el Servicio Geológico Colombiano y la Universidad de Berkeley en la década de 1940. José Royo y Gómez, y Ruben Stirton, dos de los pioneros de la paleontología nacional, estuvieron en el desierto de la Tatacoa, en Huila, y recolectaron la muestra, que permaneció guardada sin identificar por cerca de 60 años.

Moreno Bernal y Ballen compararon estas escamas con las halladas en la cuenca amazónica brasileña en la década del 80. El pez fue descrito por primera vez por la doctora Martha Richter, quien le dio el nombre a la especie. Acre, por el estado en el que hallaron las escamas, goliath, por su gran tamaño; y rancii, una palabra latinizada que significa “de Ranci”, en honor al científico brasileño, Alceu Rancy, quien colectó la muestra.

En Brasil, Ballen trabajó en el estudio de anatomía comparada. Las escamas halladas en el desierto de la Tatacoa son diferentes en su forma a las de la cuenca amazónica y son más antiguas, tienen alrededor de 13,5 millones de años. No obstante, Ballen, doctor del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo, pudo determinar que son distintas debido a que las escamas de la Tatacoa pertenecían a un área cercana a la cabeza del pez, como ocurre en otras especies, como los peces pulmonados, que viven en Australia y África, o el pirarucú, que aún se encuentra en aguas del Amazonas.



 

“El pez fue descrito por primera vez por la doctora Martha Richter, quien le dio el nombre a la especie. Acre, por el estado en el que hallaron las escamas, goliath, por su gran tamaño; y rancii, una palabra latinizada que significa “de Ranci”, en honor al científico brasileño, Alceu Rancy, quien colectó la muestra.”

 

  1) El fósil hallado en el desierto de la Tatacoa que estaba en las colecciones del Museo de Paleontología de la Universidad de Berkeley, que representa una escama de pez casi completa.

2) El mismo fósil de escama de pez, mostrando como se acomodaba en el cuerpo con respecto a las escamas contiguas. El borde de las otras escamas se representa con líneas punteadas.

3) Otro fósil proveniente del Museo de Paleontología de la Universidad de Berkeley, que representa un fragmento del mismo tipo de escama.

En este pirarucú, depositado en el Museo de Zoología de la Universidad de Sao Paulo. se muestra que las escamas del mismo pez tienen forma diferente, de acuerdo con el lugar del cuerpo en el que están. Las escamas que están más cerca a la cabeza (número cuatro) tienen una forma más similar al fósil descrito en el estudio.

 Esto que indica que las diferencias entre la escama del desierto de la Tatacoa, y la escama encontrada en Brasil se deben a que provienen de diferentes regiones del cuerpo. La escama fósil de la Tatacoa probablemente estaba más cerca de la cabeza.

Del Acregoliath rancii solo se conocen sus escamas grandes y adornadas, diferentes a las de la mayoría de los peces vivientes. De sus demás características —qué comía, cuáles eran sus preferencias de ambiente, a qué peces de la actualidad está relacionado— no se sabe nada. No obstante, que haya estado en Colombia tiene implicaciones importantes.

 “El hallazgo refuerza la idea de que el Magdalena alguna vez estuvo conectado con los ríos que conforman la Amazonía, y, por ende, la cordillera oriental no estaba totalmente levantada como la conocemos hoy en día”, dijo Ballen. Moreno Bernal complementó que, en gran parte del Mioceno, que inició hace 23 millones de años, la Amazonía era muy diferente a la de hoy. En lugar de un río que corría hacia el oriente, al océano Atlántico, había un pantanal muy grande que conectaba las cuencas de los ríos Magdalena, Amazonas y Orinoco.



 El consenso científico apunta a que en el Mioceno las condiciones en el norte de Sudamérica comienzan a cambiar y a hacer la transición a lo que es hoy, con cadenas de montañas que separan las cuencas hidrográficas. Sin embargo, hay diferentes teorías de cuándo exactamente ocurrió esto. Una parte de la comunidad científica dice que el cambio fue entre 7 y 5 millones de años atrás.

 Pero, de acuerdo con Ballen y Moreno Bernal, su hallazgo es consistente a otro modelo que indica que ocurrió hacia el final del Mioceno, entre 11 y 13 millones de años atrás. En este tiempo, las faunas de peces quedaron separadas por las cordilleras. En cuencas como la del río Magdalena algunas especies peces se extinguen y aparecen otras endémicas, mientras que en el Orinoco y el Amazonas permanece una fauna más similar a la del Mioceno.

 No obstante, aún hay mucho por aprender en Sudamérica en cuanto a la historia de sus peces de agua dulce, especialmente antes del Mioceno. Entre esos está el Acregoliath rancii, que es una pieza más del rompecabezas para entender lo que ocurre en la tierra desde hace millones de años hasta hoy.


“El hallazgo refuerza la idea de que el Magdalena alguna vez estuvo conectado con los ríos que conforman la Amazonía, y, por ende, la cordillera oriental no estaba totalmente levantada como la conocemos hoy en día”, dijo Ballen.”


Referencias:

Leonardo Carvajalino. El enigmático pez gigante de Suramérica: ACREGOLIATH. Fuente: Grupo Prensa - UNINORTE  (https://www.uninorte.edu.co/web/intellecta/el-enigmatico-pez-giggante-de-suramerica-acregoliath?fbclid=IwAR393wqO4VDOiqc--x903fcReDLujlzhTijidJn87mR-L-2vHr-PIpFYeyQ)  [Última consulta 04.11.2020].

 

Para más información por favor consulte: Ballen, G. A. and J. W. Moreno-Bernal (2019). "New records of the enigmatic neotropical fossil fish acregoliath rancii (teleostei incertae sedis) from the middle miocene honda group of Colombia." Ameghiniana.

 

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martes, 3 de noviembre de 2020

Nuevo estudio explica el porqué de la disparidad migratoria entre los taxones de Norte y Sur América durante el Gran Intercambio Biótico Americano.

 Explican las migraciones desiguales entre los mamíferos de América

 Juan Carrillo estudió el ‘gran intercambio biótico’, cuando animales cruzaron el itsmo de Panamá

 La llama, uno de los mamíferos más emblemáticos de Suramérica, principalmente de la región andina de Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile y Argentina, no es tan autóctona como comúnmente se piensa. De hecho, su origen se encuentra a varios kilómetros de ahí, en territorio norteamericano.

 


Este es un hecho que los biólogos conocen bien gracias al estudio del denominado Gran Intercambio Americano, un proceso que se caracterizó por masivas migraciones de grandes mamíferos entre América del Norte y del Sur cuando el Istmo de Panamá surgió en medio del océano como un puente que unió estas dos masas de tierra.

 Durante el Gran Intercambio, junto con la llama, llegaron al sur desde el norte otros animales, como cusumbos, venados, tapires, ciervos, osos, lobos, jaguares, pumas y caninos. Al mismo tiempo, desde el sur se desplazaron hacia el norte especies propias de este hemisferio como los megaterios (conocidos popularmente como perezosos gigantes), el gliptodonte (un ancestro de gran tamaño de los armadillos actuales), zarigüeyas y micos.

 Pero, contrario a lo que se podría pensar, este intercambio, que ocurrió durante varios millones de años, no fue equitativo. El resultado final fue que mientras una gran cantidad de especies colonizaron el sur, un número considerablemente menor hizo lo propio en el sentido opuesto.

 La desproporción es tal que, mientras en Suramérica el 45 por ciento de las especies de mamíferos tiene ancestros del norte, en la mayor parte de Norteamérica, solo el 10 por ciento de las especies tienen ancestros del sur.

 Desde que este desequilibrio fue reconocido, hace más de 40 años, los paleontólogos han tratado infructuosamente de descifrar las razones a partir de los registros fósiles de las especies en ambos continentes. Y, ahora, finalmente, la investigación de un colombiano podría tener una respuesta satisfactoria.

 Él es Juan David Carrillo, biólogo de la Universidad Nacional de Colombia con una maestría y doctorado en paleontología de la Universidad de Zúrich, en Suiza. Carrillo, quien está afiliado al Museo de Historia Natural de París, y colaboradores, analizaron más de 20 mil registros fósiles de los últimos 23 millones de años, tanto en América del Norte como del Sur.

 Carrillo clasificó los fósiles de acuerdo con su ubicación geográfica y, usando métodos estadísticos, encontró que el desequilibrio biótico durante el Gran Intercambio pudo tener su origen en un episodio de extinción que tuvo lugar en las latitudes más australes, en la zona que hoy conocemos como la Pampa y la Patagonia. Esta extinción habría llevado a que una cantidad menor de animales pudiera desplazarse hacia el norte.

 “Encontramos que, en el Plioceno, entre 5 y 2,5 millones de años, ocurrió una alta extinción de mamíferos en Suramérica, que redujo la cantidad de especies nativas y por lo tanto las que podían migrar hacia Norteamérica. Esta extinción probablemente ocurrió en el sur del continente ya que la mayoría de los fósiles provienen de latitudes altas, y no de los trópicos”, dice Carrillo y agrega que la causa de esa extensión es aún desconocida.

 Pensamos que pudo haber sido una combinación de factores, pues en el sur del continente este periodo se caracterizó porque las temperaturas empezaban a ser más bajas y el clima más seco, y el paisaje de pasto de las pampas empezaba a extenderse, por lo que muchas especies pudieron no adaptarse a estos cambios”, indica el científico.

 

“Es posible que los carnívoros que llegaron del norte fueran depredadores más efectivos, contribuyendo a la extinción de animales suramericanos”

 Otro factor que pudo influir fue el hecho de que muchos de los mamíferos depredadores originarios del norte, como los tigres dientes de sable y los caninos, tenían cerebros más grandes y dientes carnívoros más desarrollados, que les ayudaron a depredar especies suramericanas.

 “Antes del intercambio, los depredadores en Suramérica eran marsupiales, un grupo de animales que incluye las zarigüeyas, mientras que en Norteamérica los animales carnívoros pertenecían al grupo de gatos, perros y osos. Es posible que los carnívoros que llegaron del norte fueran depredadores más efectivos, contribuyendo a la extinción de animales suramericanos”, asegura Carrillo.

 El paleontólogo, cuya investigación fue publicada recientemente en la revista Proceeings of the National Academy of Sciences, agrega que otra posibilidad es que los animales de Norteamérica hayan traído nuevos parásitos y enfermedades.

 De acuerdo con Carrillo, el siguiente paso de la investigación será tratar de entender mejor las razones de la extinción, así como investigar detalles de cómo ocurrió el intercambio, principalmente en los trópicos, de dónde se conocen menos fósiles, pero hay una gran biodiversidad.

 “Es importante seguir encontrando y describiendo los fósiles en los países latinoamericanos, incluyendo a Colombia, porque es la única manera de entender cómo estos eventos del pasado lejano influyeron en la biodiversidad que vemos en el presente", apunta.

 

Referencias:

Nicolás Bustamante. Explican las migraciones desiguales entre los mamíferos de América. Fuente: EL TIEMPO. 03.11.2020  (https://www.eltiempo.com/vida/ciencia/explican-las-migraciones-desiguales-entre-los-mamiferos-de-america-546326?cid=SOC_PRP_POS-MAR_ET_FACEBOOK&fbclid=IwAR1-PSHk5D1esqDpdopPyuZXuceO7MFUd-P7DNL8BJmvqMv9qrZ9ILqtzv0) [Última consulta 03.11.2020].

 

Para más información por favor consulte: Carrillo, J. D., et al. (2020). "Disproportionate extinction of South American mammals drove the asymmetry of the Great American Biotic Interchange." Proceedings of the National Academy of Sciences PNAS: 1-7.

 

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