sábado, 8 de junio de 2024

El Guardián de los Fósiles de Socha; custodiando un yacimiento del Paleoceno de Colombia ⚒


Byron Benítez es un artista plástico que por más de 25 años se ha dedicado a buscar fósiles (y custodiarlos) en Socha, Boyacá. Sus hallazgos han sido cruciales para paleontólogos como Edwin Cadena, quien investigó los restos fósiles descubiertos por Benítez. Uno de los hallazgos más importantes incluye fragmentos de tortugas gigantes, de aproximadamente 1.5 metros de largo del Paleoceno y Eoceno, lo que indica una amplia conectividad biogeográfica en el norte de Sudamérica hace 57 millones de años.

Benítez vive en una casa-museo llena de fósiles y arte precolombino, heredada de su padre, también artista y aficionado a la paleontología. Sueña con fundar un museo y un parque temático para exhibir sus hallazgos y esculturas de especies fósiles. Además, Benítez ha contribuido significativamente al campo del paleoarte, ilustrando y reconstruyendo detalladamente los fósiles que encuentra. Su trabajo, en colaboración con paleontólogos, busca preservar y comunicar la rica historia de la región.


A continuación la noticia publicada en la Web Mongabay:



La historia del pintor que descubrió fósiles de tortugas gigantes en Colombia


La Cabrerita, sitio en donde se encontraron los fósiles de tortuga. Byron Benitez camina en el fondo. Foto: Edwin Cadena

  • Byron Benítez, pintor y escultor originario del municipio de Socha, ha sido uno de los mayores descubridores de fósiles en el noroeste del departamento de Boyacá, en Colombia.
  • Uno de sus hallazgos más recientes han sido los fósiles de tortugas gigantes que vivieron hace 57 millones de años. Su trabajo ayudó a paleontólogos de la Universidad del Rosario a reconstruir el pasado acuático del norte de Sudamérica.

Byron Benítez ha pasado más de la mitad de su vida escudriñando los cerros del municipio de Socha. Con su bicicleta, cada mañana recorre las veredas del noroeste del departamento de Boyacá, en Colombia, para indagar entre las piedras, en búsqueda de lo que él llama “tesoros”. De profesión es artista plástico, pero desde hace más de 25 años se ha dedicado al rastreo de fósiles que comprueban la existencia de grandes cocodrilos, serpientes, peces y mamíferos que, millones de años atrás, habitaron la zona. “Lo más impactante, que lo mueve a uno, es encontrar algo”, dice el pintor y escultor, y agrega que “uno muchas veces hace recorridos días enteros y no encuentra absolutamente nada, pero en el momento en que hay algo importante, es un sentimiento extraordinario, totalmente único”. 

Paisaje general de los lugares en donde se encontraron los fósiles, en el inicio del Cañon del Río Chicamocha en Socha, Colombia. Foto: Edwin Cadena


Uno de los hallazgos más recientes de Benítez fue investigado por Edwin Cadena, paleontólogo y profesor de la Universidad del Rosario. Unos once años atrás, en el 2013, el pintor encontró fragmentos fósiles, de entre dos y tres centímetros, expuestos por la erosión y las lluvias en la superficie de la localidad de La Cabrerita, en el municipio de Socha. Esas pequeñas pistas lo impulsaron a continuar explorando más arriba . Así dirigió a los paleontólogos hasta encontrar los restos de al menos cuatro tortugas gigantes, de cerca de metro y medio de largo. Su estudio permitió conocer mejor la conectividad entre los ambientes acuáticos del norte de Sudamérica, durante el Paleoceno y el Eoceno, hace unos 57 millones de años. Los resultados del descubrimiento se publicaron en abril del 2024 en la revista de la Asociación Paleontológica Argentina PeAPA. 

Fósil de uno de los caparazones de tortuga Puentemys mushaisaensis, exhibido en el Museo de los Andes de Socha. Foto: Edwin Cadena


Se trata de las tortugas Puentemys mushaisaensis, que anteriormente sólo se habían encontrado en las rocas de la mina de carbón El Cerrejón, en el departamento de La Guajira. ¿Cómo es que estas tortugas aparecieron en Socha, a más de 500 kilómetros al sur de aquel sitio? De acuerdo con la publicación liderada por Cadena, el hallazgo indica una distribución biogeográfica más amplia de la herpetofauna del Paleoceno en el norte de América del Sur, posiblemente facilitada por una topografía baja y la conectividad de ecosistemas a través de un corredor faunístico que facilitó la migración de estos vertebrados. “La única forma para que una tortuga acuática de 1.5 metros logre desplazarse, es que haya conectividad de los ambientes. Estas tortugas no podían escalar montañas y bajar nuevamente al otro lugar; eso nos habla de la conectividad de los ambientes del norte de Sudamérica, en ese momento, con un sistema conectado principalmente por lagos o ríos grandes”, explica Cadena. 

Reconstrucción de como lucía el norte de Sudamérica, lo que hoy es Colombia, hace 57 millones de años. Muestra montañas bajas y un sistema de lagos que generaba un corrector faunístico entre algunas partes, al norte Cerrejón y al centro Socha. Ilustración: Juan Giraldo.


La primera impresión de Edwin Cadena, quien ha hecho trabajo paleontológico por más de dos décadas no sólo en Colombia, sino en Panamá, Ecuador y Venezuela, fue que los fósiles de tortuga que había encontrado Byron Benítez estaban demasiado bien conservados. Incluso más que los que él mismo había descubierto y descrito años atrás en la mina de carbón El Cerrejón. Luego, le llamó particularmente la atención la similitud que tenían las formas de los caparazones y los huesos entre uno y otro hallazgo. “Pero a diferencia de los fósiles de El Cerrejón, la preservación de los fósiles en Socha es exquisita. Aspectos como las suturas —como llamamos en paleontología a la conexión entre un huesito y otro—, se veían perfectas. Las marcas que dejan los escudos de queratina, que ya no están, pero que quedan sobre el hueso, estaban muy bien preservadas”, describe Cadena. 


Vista del caparazón (parte de arriba) de uno de los especímenes de Puentemys mushaisaensis, encontrados en Socha. Foto: Edwin Cadena


Así empezó el trabajo entre el pintor y el paleontólogo. Juntos volvieron a las localidades donde Benítez había colectado los fósiles, pues era importante saber exactamente de qué rocas venían. “Necesitábamos saber los contextos estratigráficos —es decir, qué capa de roca está arriba y qué capa está abajo—, porque eso nos da una idea de los ambientes y de la posible edad. Ahí empieza todo el trabajo que se plasma en esta publicación que recientemente hicimos”, agrega Cadena. 


Convivir con fósiles 

La casa en la que Byron Benítez vive con su familia, en Socha, se ha ido convirtiendo en un museo donde sus habitantes conviven diariamente con fósiles y momias. Esa casa grande y de estilo colonial perteneció a su padre Antonio María Benitez, quien la convirtió en una especie de anticuario —describe el pintor—, con sus primeros hallazgos precolombinos guardados dentro de baúles y armarios. El padre de Benítez también fue artista plástico y aficionado a la Paleontología, uno de los pioneros del arte primitivista en el país, por lo que queda claro de dónde heredó sus pasiones e intereses. 

Byron Benítez y una reconstrucción prehistórica con especies faunísticas del periodo Paleogeno, halladas en Socha, Boyacá. Foto: Byron Benítez


No fue sino hasta 1969, con motivo de la conmemoración del Sesquicentenario de la Independencia de Colombia, que Benítez padre logró ampliar algunas habitaciones para convertirlas en tres salones, equipados con algunas vitrinas para organizar de manera más eficiente las colecciones y así poder mostrarlas al público, en el que hoy se conoce como el Museo de los Andes de Socha. Su hijo —ahora de 56 años— se ha encargado de mantener y perfeccionar lo que él dispuso.

Byron Benítez junto a la escultura de un mastodonte, dentro del Museo de Los Andes de Socha, Boyacá. Foto: Byron Benítez


 “Mis hijas ya se acostumbraron a vivir de esta manera: a cinco metros de la cama tenemos la momia de un niño y, a dos metros al lado, las tortugas que se hallaron”, ríe Byron Benítez. “De pronto, la gente piensa que siempre está abierta al público, pero depende de la disponibilidad que uno tenga. Cuando llegan visitas, nos toca guardar muchas cosas, porque tenemos hasta el televisor junto a las cosas precolombinas. Así es como compartimos el museo con nuestra casa de familia”. 

Proceso de reconstrucción de la especie de la especie Crocodyliforme, hallada en Socha, Boyacá. Foto: Byron Benítez


Aunque la casa-museo ha logrado mantener sus colecciones con altos estándares en cuanto a cápsulas de protección, iluminación y etiquetas museológicas, el gran sueño de Benítez es fundar un museo y un parque temático en donde pueda exhibir tanto las colecciones existentes, como una serie de esculturas representativas de cada fósil encontrado en Socha. El espacio físico ya existe, lo que necesita es conseguir el dinero para empezar a construir la infraestructura. “Ya tengo la primera pieza para el parque: un cocodrilo que empecé a construir”, dice Benítez con emoción. Quiero reconstruir en escultura todas esas especies encontradas en el municipio y, por qué no, del departamento. No tenemos una iniciativa así en el país; se ha hecho de manera muy comercial, pero un parque con sustento científico sería el sueño”. 

Byron Benítez junto a una escultura de la especie Crocodyliforme, en el lugar donde se proyecta crear un parque temático en el municipio de Socha, Boyacá. Foto: Byron Benítez


Las tortugas gigantes de Socha 

Bothremydidae fue uno de los grupos de tortugas de cuello lateral más diversos y extendidos durante el Cretácico y parte del Paleógeno. De acuerdo con la investigación, en América del Sur, el registro Paleógeno de los bothremididos se limita a Puentemys mushaisaensis, ubicada po primera vez en la Formación Cerrejón del Paleoceno medio–tardío, en Colombia; Inaechelys pernambucensis del Paleoceno de Brasil; y Motelomama olssoni del Eoceno temprano en Perú. “Los caparazones que hemos encontrado en Socha son de aproximadamente 1.5 metros, teniendo en cuenta que la tortuga más grande que vive hoy en día en Sudamérica alcanza los 80 centímetros. Es decir, es el doble del tamaño de algunas de las tortugas que habitan actualmente en el río Amazonas o en el Orinoco. Pero no sólo se trata del tamaño, sino que también es un grupo extinto y que fue muy diverso durante el Cretácico, justo después de la extinción de los dinosaurios. Su particularidad es la circularidad de su caparazón, parece casi un círculo, y eso la hace única en el proceso evolutivo de las tortugas”, explica Edwin Cadena. 

Dimensiones de los fósiles de tortugas gigantes. Imagen: Cortesía de Universidad del Rosario


Las muestras fósiles que se recolectaron para hacer el estudio, a lo largo de una década, fueron al menos 58 e incluyen caparazones casi completos y huesos aislados. El estudio describe que, en el caso de los huesos aislados, para establecer cuántos de ellos representan individuos únicos, consideraron el tamaño y la singularidad del hueso en el caparazón. Es decir, en el caparazón sólo hay un hueso nucal, que sólo puede corresponder a un único individuo. Aunque puede surgir cierta incertidumbre con otros huesos, los especialistas confían en haber logrado la identificación de al menos 21 individuos en diversas etapas de vida, incluidas crías, juveniles y adultos. 

Especímenes de Puentemys mushaisaensis, encontrados en Socha. Figura: Wider paleogeographical distribution of Bothremydid turtles in northern South America during the Paleocene–Eocene, Cadena et al.


Benítez se encargó de preparar los ejemplares, utilizando una pluma de aire comprimido para limpiarlos. Para los caparazones casi completos utilizó yeso para rellenar los espacios faltantes. Finalmente, colocó estructuras metálicas en algunos de los fósiles con fines de exposición. “Ha hecho un trabajo muy delicado”, afirma Edwin Cadena sobre el trabajo de Byron Benítez. “A veces encontramos gente a la que le gustan los fósiles, pero terminan dañándolos por su falta de conocimiento. Pero no es el caso de Benítez: con su lado artístico, aferrado a la apreciación de los fósiles, ha logrado un proceso de curación, de limpieza y de armado excelentes”, sostiene el experto. 

Vista del plastrón (pecho de la tortuga) de uno de los especímenes de Puentemys mushaisaensis, encontrados en Socha. Boyacá. Foto: Edwin Cadena


 Y no sólo eso. Benítez ha jugado un papel crucial en la reconstrucción de los fósiles a través del paleoarte, la disciplina que une al arte con la ciencia para ilustrar animales prehistóricos y los hábitats en los que vivieron antes de su extinción. “Lo hago tomando los fósiles de mayor interés. Se va haciendo un dibujo hiperrealista, para tomar cada detalle de la textura y la forma. Luego se ilustra el paisaje, adhiriendo otras especies que van apareciendo. La pintura te da la facilidad de corregir lo que se necesite”, explica Benítez. 

Reconstrucción prehistórica con especies faunísticas del periodo Paleogeno, halladas en Socha, Boyacá. Las tortugas gigantes aparecen en la zona inferior izquierda. Foto: Byron Benítez


La carrera de Benítez, desde que recuerda, ha sido desesperada y contra el tiempo. En el sitio donde se dedicó por décadas a explorar fósiles, también existió una gran industria dedicada al acopio de carbón. “Yo quería recuperar lo más que pudiera, antes de que terminara la destrucción grandísima en ese lugar. Por las mañanas, salía y me olvidaba del resto. Si encontraba algo, tenía que actuar cuanto antes, porque el lugar estaba expuesto a que llegara una retroexcavadora y acabara con todo. Tocaba actuar a contrarreloj. En este momento, todo está prácticamente destruido; sólo quedan algunos fragmentos, porque la zona con mayor potencial ya no existe”, se lamenta Benítez. 

Rocas en donde aparecieron los fósiles en la zona de Socha, Boyacá. Foto: Edwin Cadena


 Para él y para Edwin Cadena, es importante reconstruir el pasado. Hablarle a la gente de lo que fue la Tierra hace millones de años, también explica lo que es la Tierra en nuestros días. “Siempre hemos soñado con viajar en el tiempo”, concluye Edwin Cadena. “Los fósiles son eso, una máquina para viajar en el tiempo, porque a través de ellos —como en este caso—, podemos irnos 57 millones de años atrás y tratar de entender cómo lucía un entorno, cómo era lo que hoy es Colombia. Eso es lo más fascinante: conocer la maravillosa historia de la vida en la Tierra”.

Byron Benítez durante el proceso de elaboración de una escultura de Carnotauro. Foto: Byron Benítez


Referencias:

Astrid Arellano. La historia del pintor que descubrió fósiles de tortugas gigantes en Colombia. Fuente: Web Mongabay 07.06.2024. (https://es.mongabay.com/2024/06/pintor-descubrio-fosiles-tortugas-gigantes-colombia/?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR3jeNbXdAqqZZ-mwCqgWY9P1Pq5qpIgdc7jFpb7FVhkKWbcfu9bDEngnoA_aem_a3AmvYIAGFbceHzVlCzFkA) [Última consulta 30.06.2024].




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martes, 19 de marzo de 2024

Nuevo yacimiento paleontológico en Toca, Boyacá, saca a la luz una paleofauna que habitó los mares de Colombia hace 80 millones de años ⚒



El pasado 4 de marzo, el geólogo y paleontólogo colombiano, Javier Luque, junto con el Servicio Geológico Colombiano (SGC) y un equipo internacional de científicos, se dirigieron a Toca, un pequeño municipio boyacense, para investigar los depósitos de preservación excepcional de invertebrados marinos en el subsuelo. Durante dos semanas, este equipo de doce científicos recolectó muestras y realizó un inventario detallado de las mismas para iniciar un estudio en profundidad sobre la biodiversidad marina de Colombia hace 80 millones de años.

Durante la excavación, descubrieron al menos 30 nuevas especies que habitaron Colombia en el pasado, destacando la riqueza paleontológica de Boyacá y su importancia para comprender la historia de los organismos en el país. Se plantea la pregunta sobre qué condiciones del período Cretácico permitieron esta preservación única, especulando si fueron fondos con poco oxígeno o la escasa actividad carroñera.

Luque señala la rareza de esta área en Toca, ya que contiene fósiles raramente preservados, como estrellas de mar y erizos marinos completamente articulados, gusanos marinos y crustáceos con ojos. Este tipo de depósitos excepcionales se han encontrado principalmente en latitudes medias a altas, pero poco se ha documentado en los trópicos.

El Servicio Geológico Colombiano destaca la importancia de este descubrimiento y su apoyo al trabajo de Luque, enfatizando la necesidad de investigar, conservar y proteger el patrimonio geológico y paleontológico de Colombia.

El próximo 20 de marzo, Luque presentará los detalles del descubrimiento y la excavación de nuevas áreas paleontológicas en Colombia en una charla en el auditorio del SGC en Bogotá".



A continuación la noticia publicada por el periódico El Espectador:


Descubrieron un lugar en Boyacá rico en fósiles marinos que habitaron en el pasado

Durante dos semanas, un grupo de científicos nacionales e internacionales, liderados por un paleontólogo colombiano, estudiaron este lugar y encontraron alrededor de 30 especies nuevas que habitaron en el pasado.

El pasado 4 de marzo, el geólogo y paleontólogo colombiano, Javier Luque, el Servicio Geológico Colombiano (SGC), y un equipo de científicos nacionales e internacionales, llegaron hasta Toca, un pequeño municipio boyacense ubicado a 26 kilómetros de Tunja. El motivo de la vista era describir y caracterizar por primera vez, los depósitos de preservación excepcional de invertebrados marinos que se encuentran escondidos en el subsuelo de este lugar. 

Durante dos semanas, el equipo de doce científicos, integrado por colombianos, ingleses, canadienses e irlandeses en universidades de Estados Unidos, Alemania, Suiza, Colombia, y Panamá, colectaron, rotularon, y realizaron un inventario detallado de las muestras con sus respectivos metadatos, con los que iniciarán el estudio en detalle para obtener respuestas sobre el pasado y presente de los trópicos, y en especial, sobre cómo era la biodiversidad de los mares de Colombia hace 80 millones de años. 


En las dos semanas que duró la excavación, el grupo descubrió al menos 30 nuevas especies que habitaron Colombia en el pasado, lo que demuestra la riqueza paleontológica de Boyacá y su importancia para ayudar a entender los organismos del pasado. La pregunta que ahora deberán resolver es: ¿Qué pasó en el periodo Cretácico que permitió este tipo de preservaciones únicas? ¿Había fondos con poco oxígeno, o fue más bien la poca actividad carroñera? 




 “Colombia ha sido un país tropical desde hace más de 150 millones de años, pero no sabemos mucho de ese pasado paleontológico. Lo excepcional de esta nueva área que descubrimos en Toca es que contiene fósiles que raramente se preservan”, sostiene Luque.

Dentro de las especies que encontraron se encuentran estrellas de mar y erizos de mar completamente articulados con sus espinas, gusanos marinos de cuerpo blando con tejidos nerviosos y musculares, y crustáceos con ojos. “Eso es una rareza en el mundo. Depósitos con preservación excepcional se han identificado en latitudes medias a altas, en países como Canadá, Europa, Argentina o Australia, pero poco o nada en los trópicos actuales”, agrega el geólogo. 

“Para el Servicio Geológico Colombiano, como institución encargada de investigar, conservar y custodiar el patrimonio geológico y paleontológico de la Nación, es muy gratificante apoyar el trabajo de científicos como Luque, quien siempre se ha destacado por notificar sus actividades a la Entidad y entregar los fósiles que recoge en sus excavaciones al Museo Geológico Nacional “José Royo y Gómez”. Nuestra participación en estos escenarios es clave porque nos permite avanzar no solo en el conocimiento de nuevas áreas, sino también en su protección para las futuras generaciones”, afirma Victoria Corredor, Coordinadora del Museo Geológico Nacional. 

El próximo 20 de marzo, el paleontólogo dará a conocer los detalles del descubrimiento y excavación de nuevas áreas paleontológicas en Colombia, en una charla que se llevará a cabo en el auditorio Benjamín Alvarado Biester del SGC en Bogotá."



Referencias:

Redacción Ciencia. Descubrieron un lugar en Boyacá rico en fósiles marinos que habitaron en el pasado. Fuente: Periódico El Espectador 19.03.2024. (https://www.elespectador.com/ciencia/toca-boyaca-descubrieron-un-nuevo-lugar-rico-en-fosiles-marinos-que-habitaron-en-el-pasado/?fbclid=IwAR2YMvVq9DygkFcnF58Le1yFZFuLQ8PLO-yJA6q57JRHSEMYexYZx4l-GCk) [Última consulta 20.03.2024].



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jueves, 14 de marzo de 2024

Registros en Colombia de plantas que convivieron con los dinosaurios hace 120 millones de años ⚒


Una reciente una investigación sobre fósiles vegetales en Colombia, revela hallazgos significativos sobre la flora del pasado. En particular, se ha identificado una diversidad de plantas, incluyendo posibles registros de Pentoxylales y Gnetales, grupos no previamente documentados en Colombia. La mayor parte de estos fósiles provienen de la Formación Paja, ubicada entre Cundinamarca, Santander y Boyacá.

El estudio, liderado por el investigador Héctor Daniel Palma Castro, analizó más de 300 fósiles de plantas de hace millones de años, encontrando al menos 45 grupos morfológicamente distintos. Se destaca la presencia predominante de coníferas, en particular de la familia Araucariaceae. Se reporta también la posible presencia de Pentoxylales y Gnetales, grupos poco comunes en Suramérica y previamente desconocidos en Colombia.

Los resultados sugieren la existencia de un bosque abundante cercano a las costas colombianas en el pasado, aunque su ubicación exacta aún no está determinada. La utilización de la microtomografía de rayos-X permitió un análisis más detallado de los especímenes, revelando información valiosa sobre su morfología interna.

Este estudio proporciona nuevos conocimientos sobre la diversidad y distribución de la flora en el pasado geológico de Colombia, contribuyendo a comprender mejor la evolución de los ecosistemas en la región.


A continuación la noticia publicada por la agencia UNAL


“Cuando los más temidos dinosaurios aún caminaban por la tierra, había un grupo de plantas que resistieron todas las extinciones masivas, y que posiblemente habitaban zonas como las costas del país. Sin embargo, aún es poco lo que se conoce, por lo que se realizó la primera gran clasificación y reclasificación de 234 fósiles alojados en colecciones de museos y universidades, encontrando posibles registros de Pentoxylales y Gnetales, grupos que habitaban lugares como Nueva Zelanda, la Antártida, India o África, y que en Colombia no se tenían registradas. En Santa Rosa de Cabal (Risaralda), hoy todavía existen árboles de la familia Araucariaceae.



 
La huella de los fósiles siempre permanece: un hueso, un tejido, una hoja u otro elemento de un animal o planta que se preservó en las rocas o sedimentos en donde habitaban. En el caso de las plantas gracias a que el carbono genera una especie de capa con su forma hizo que perdurara su composición.

Hay zonas que son ricas en estos fósiles, que son el lugar preferido de los paleobotánicos, una disciplina con mucho por aportar en el país encargada de descubrir cómo eran estos arbustos, árboles y demás integrantes del reino vegetal hace millones de años. Entre ellas la Formación La Paja, unas rocas localizadas entre los departamentos de Cundinamarca, Santander y Boyacá, este último con municipios como Sutamarchán, Sáchica y Villa de Leyva, en la región del Alto Ricaurte.

Pero hace décadas que, el estudio de esta unidad geológica, se ha concentrado en los grandes reptiles marinos que había en su momento, entre ellos grandes depredadores como los pliosaurios o los ictiosaurios; dejando de lado la flora de la época, en especial la del Cretácico Inferior (Periodo Barremiano y Aptiano), que abunda entre las rocas que reposan en este lugar del altiplano cundiboyacense.

Por lo que el investigador Héctor Daniel Palma Castro, magíster en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), les plantó cara a estos vacíos geológicos, y se encargó de analizar más 300 fósiles de plantas de hace millones de años (al final fueron 234 seleccionados), de seis colecciones, como por ejemplo, la del Museo Paleontológico de Villa de Leyva, el Servicio Geológico Colombiano, y de la UNAL, tanto en la Sede Medellín, como en la del Padre Gustavo Huertas en el Departamento de Geociencias de la Sede Bogotá.

Se encontraron por lo menos 45 grupos de características morfológicas distintas, es decir, plantas que tenían diferencias en cuanto a la forma y tamaño de sus hojas, ramas, órganos reproductivos, y demás estructuras. Teniendo como grupo de especies predominante a las coníferas (más de la mitad de los grupos), con representantes de la familia Araucariaceae como principal componente de la flora, árboles de larga vida que puede llegar hasta los 65 metros de alto, y que hoy todavía viven en zonas como Santa Rosa de Cabal (Risaralda), que tiene un parque nombrado en su honor.

Además de estas especies de pinos que sobrevivieron millones de años y que formaban parte del paisaje de dinosaurios como el Padillasaurus leivaensis (primera especie de dinosaurio nombrada en Colombia), que eran herbívoros; se reportó la posible presencia de Pentoxylales y Gnetales, dos grupos de plantas poco comunes en Suramérica, y que en Colombia no se tenían registradas. El primero ya se extinguió y habitaba zonas como la India, Nueva Zelanda o la Antártida.
 



No obstante, como indica Palma que del segundo grupo aún sobrevive en algunas zonas del mundo algo restringidas, y tiene características muy interesantes, pues comparte rasgos tanto de las angiospermas (plantas que pueden dar flores y frutos), como las gimnospermas (solo dan semillas). Esto podría dar pistas sobre cómo estas especies se fueron desplazando a lo largo de los continentes.

“En el caso de las coníferas, se puede generar la hipótesis de que había un bosque abundante cerca a las costas del país, no se sabe específicamente donde, pero el rastro que se tiene en las rocas de Villa de Leyva sería un indicio de que se desplazó del continente hasta allí en un mar hace millones de años”, indica el magíster en Biología quien trabajó con la guía de los profesores Petter Lowy, exdirector del museo paleontológico de Villa de Leyva, y Fabiany Herrera, del Field Museum, Centro de Investigación Integrativa Negaunee (Chicago).

En el análisis morfológico se implementó una novedosa técnica llamada microtomografía de rayos-x, que permitió estudiar más a fondo el interior de uno de los especímenes del presunto Gnetales; no obstante, solo se realizó en esta muestra, pues en Colombia no se cuenta con la tecnología para realizar el procedimiento, por lo que se envió a la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, con la que el investigador ha colaborado en otros proyectos.

“La gran mayoría de rocas en las que se alojaban las plantas de esta época eran lodolitas, concreciones o acumulaciones de fragmentos del fondo del mar, que conservan los fósiles en distintas capas de protección, casi permitiendo que se quedaran conservados en tres dimensiones dentro de los sedimentos”, puntualiza”.


Referencias:

Plantas que convivían con los dinosaurios hace 120 millones de años sobrevivieron y hay registros en Colombia. Fuente: Agencia UNAL 14.03.2024. (https://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/plantas-que-convivian-con-los-dinosaurios-hace-120-millones-de-anos-sobrevivieron-y-hay-registros-en-colombia) [Última consulta 20.03.2024].


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domingo, 11 de febrero de 2024

El desierto de La Tatacoa (Huila) y los yacimientos paleontológicos de Floresta (Boyacá) postulados para para ser reconocidos como patrimonio mundial ⚒

 


El yacimiento paleontológico de La Venta, ubicado en el Desierto de La Tatacoa en el departamento de Huila y las localidades paleontológicas del municipio de Floresta en Boyacá, han sido postulados como candidatos para convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Ambos sitios son de gran importancia geológica y paleontológica para Colombia ya que contienen información clave sobre la evolución geológica y paleontológica del país.
El Grupo Honda, una secuencia de rocas en el Desierto de La Tatacoa, alberga una diversidad de fósiles de vertebrados que proporcionan valiosos datos sobre los antiguos ecosistemas neotropicales, incluyendo una antigua selva tropical húmeda. Este sitio se ha convertido en un foco de estudio multidisciplinario esencial para comprender la evolución geológica y biológica de América del Sur.
Por otro lado, las localidades paleontológicas de Floresta contienen fósiles excepcionales de aproximadamente 396 millones de años de antigüedad, relacionados con la 'Edad de los Peces', una etapa caracterizada por una gran diversificación de peces y especies marinas. El análisis de estos fósiles revela detalles fascinantes sobre los antiguos ambientes marinos en los que estas criaturas vivieron y se preservaron.

Desierto de La Tatacoa. Foto SGC

 
El Servicio Geológico Colombiano (SGC) ha gestionado la postulación de estos dos lugares ante el Comité Técnico Nacional de Patrimonio Mundial, basándose en el Criterio VIII de Patrimonio Mundial, que reconoce sitios que representan etapas importantes de la historia de la Tierra, incluyendo el registro de la vida y procesos geológicos significativos.
Esta postulación representa un paso significativo para la protección y conservación del patrimonio geológico y paleontológico de Colombia, además de posicionar internacionalmente estos territorios y promover el turismo, la investigación y el desarrollo económico en la región.



Referencias:

Redacción Ciencia. La Tatacoa y Floresta, postulados como patrimonio de la humanidad. Fuente: Periódico El Tiempo 11.02.2024. (https://www.eltiempo.com/vida/ciencia/la-tatacoa-y-floresta-postulados-como-patrimonio-de-la-humanidad-853626) [Última consulta 20.03.2024].



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El Guardián de los Fósiles de Socha; custodiando un yacimiento del Paleoceno de Colombia ⚒

Byron Benítez es un artista plástico que por más de 25 años se ha dedicado a buscar fósiles (y custodiarlos) en Socha, Boyacá. Sus hallazgos...