jueves, 7 de diciembre de 2023

Plantas o tortugas fósiles?

Fósiles previamente identificados como vegetales de la especie "Sphenophyllum colombianum" procedentes de la Fm. Paja han sido han sido reidentificados como caparazones de tortugas marinas recién nacidas. Este hallazgo es inusual y excepcional ya que los caparazones de las tortugas jóvenes son generalmente blandos y no se suelen fosilizar, el hallazgo marca además el primer informe de caparazones de tortugas recién nacidas en el Aptiano (Cretácico temprano) del noroeste de América del Sur y proporcionan evidencia de la preservación excepcional del Lagerstätte de reptiles marinos de Ricaurte Alto.

A continuación la noticia publicada por Europa PRESS:


Fósil atribuido a una planta es una tortuga bebé apodada Pokémon  

El fósil que originalmente se interpretó como una planta pero que ahora los investigadores han descubierto es el interior del caparazón de una tortuga bebé



Investigadores han reexaminado un fósil vegetal hallado hace décadas en Colombia y se han dado cuenta de que no se trataba de una planta sino de una tortuga bebé fosilizada.

Destacan que es un hallazgo poco frecuente, ya que los caparazones de las tortugas jóvenes son blandos y no suelen fosilizarse bien. Ha sido apodada Pokémon en honor a uno qu es mitad tortuga, mitad planta.

Entre las décadas de 1950 y 1970, un sacerdote colombiano llamado Padre Gustavo Huertas recolectó rocas y fósiles cerca de un pueblo llamado Villa de Levya. Dos de los especímenes que encontró eran pequeñas rocas redondas con líneas que parecían hojas y las clasificó como un tipo de planta fósil.

Ahora, en un nuevo estudio, publicado en la revista 'Palaeontologia Electronica', los investigadores que volvieron a examinar estos fósiles "vegetales" han descubierto que no eran plantas sino los restos fosilizados de tortuguitas.

"Fue realmente sorprendente encontrar estos fósiles", afirma Héctor Palma-Castro, estudiante de paleobotánica de la Universidad Nacional de Colombia.

Las 'plantas' en cuestión habían sido descritas por Huertas en 2003 como 'Sphenophyllum colombianum'. Los fósiles proceden de rocas del Cretácico Temprano, hace entre 132 y 113 millones de años, durante la era de los dinosaurios.

Los fósiles de 'Sphenophyllum colombianum' fueron sorprendentes en esta época y lugar, ya que los demás miembros conocidos del género Sphenophyllum se extinguieron hace más de 100 millones de años. Las plantas despertaron el interés de Fabiany Herrera, conservador adjunto de plantas fósiles de Negaunee en el Museo Field de Chicago (Estados Unidos), y de su estudiante, Palma-Castro.

"Fuimos a la colección de fósiles de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y empezamos a ver las plantas, y en cuanto las fotografiamos pensamos: 'esto es raro'", recuerda Herrera, que ha estado recolectando plantas del Cretácico Temprano del noroeste de Sudamérica, una zona del mundo con pocos trabajos paleobotánicos.

A primera vista, los fósiles, de unos 5 centímetros de diámetro, parecían nódulos redondeados que contenían hojas conservadas de la planta 'Sphenophyllum', pero Herrera y Palma-Castro se dieron cuenta de que había algo que no encajaba.

"Pasamos días buscando plantas fósiles en armarios de madera. Cuando por fin encontramos este fósil, descifrar la forma y el margen de la hoja resultó todo un reto", explica Palma-Castro.

"Cuando lo observas con detalle, las líneas que se ven en los fósiles no parecen las venas de una planta; estaba seguro de que lo más probable es que fuera hueso", añade Herrera. Así que se puso en contacto con un antiguo colega suyo, Edwin-Alberto Cadena.

Recuerda que cuando le enviaron las fotos pensó: "Esto parece sin duda un caparazón, la parte superior ósea de la concha de una tortuga -- explica Cadena, paleontólogo especializado en tortugas y otros vertebrados de la Universidad del Rosario de Bogotá--. Dije: 'Bueno, esto es extraordinario, porque no sólo se trata de una tortuga, sino que además es un espécimen recién nacido, es muy, muy pequeño'".

Cadena y su estudiante, Diego Cómbita-Romero, de la Universidad Nacional de Colombia, examinaron más a fondo los especímenes, comparándolos con los caparazones de tortugas fósiles y modernas.

"Cuando vimos el espécimen por primera vez me quedé asombrado, porque al fósil le faltaban las marcas típicas de la parte exterior del caparazón de una tortuga --dice Cómbita-Romero--. Era un poco cóncavo, como un cuenco. En ese momento nos dimos cuenta de que la parte visible del fósil era el otro lado del caparazón, estábamos viendo la parte del caparazón que está dentro de la tortuga".

Los detalles de los huesos de la tortuga ayudaron a los investigadores a calcular la edad que tenía al morir. "El ritmo de crecimiento y el tamaño de las tortugas varían", explica Cómbita-Romero, por lo que el equipo se fijó en características como el grosor del caparazón y los puntos en los que las costillas se unían formando un hueso sólido.

"Se trata de una característica poco común en las crías, pero observada en los juveniles --añade--. Toda esta información sugiere que la tortuga probablemente murió con un caparazón ligeramente desarrollado, de entre 0 y 1 año de edad, en una fase posterior a la eclosión". "En realidad es muy raro encontrar crías de tortugas fósiles en general --reconoce Cadena--.

Cuando las tortugas son muy jóvenes, los huesos de sus caparazones son muy finos, por lo que pueden destruirse fácilmente". Los investigadores afirman que la rareza de las crías de tortuga fosilizadas hace que su descubrimiento sea importante. "Estas tortugas eran probablemente parientes de otras especies del Cretácico que medían hasta cuatro metros de largo, pero no sabemos mucho sobre cómo crecieron realmente hasta alcanzar tamaños tan gigantescos", explica Cadena. A pesar de todo, los investigadores no culpan al Padre Huertas de su error porque los caparazones conservados se parecen realmente a muchas plantas fósiles. Pero los elementos que Huertas creía que eran hojas y tallos son, en realidad, costillas y vértebras modificadas que forman el caparazón de una tortuga. Cómbita-Romero y Palma-Castro apodaron a los especímenes 'Turtwig', en honor a un Pokémon mitad tortuga, mitad planta.

"En el universo Pokémon te encuentras con el concepto de combinar dos o más elementos, como animales, máquinas, plantas, etc. Así que, cuando tienes un fósil clasificado inicialmente como planta que resulta ser una cría de tortuga, inmediatamente te vienen a la mente unos cuantos Pokémon. En este caso, Turtwig, una cría de tortuga con una hoja pegada a la cabeza", dice Palma-Castro. En paleontología siempre se pone a prueba la imaginación y la capacidad de asombro --prosigue--. Descubrimientos como éste son realmente especiales porque no sólo amplían nuestros conocimientos sobre el pasado, sino que abren una ventana a las diversas posibilidades de lo que podemos descubrir".

Los científicos también señalan la importancia de estos fósiles en el esquema más amplio de la paleontología colombiana. "Resolvimos un pequeño misterio paleobotánico, pero lo más importante es que este estudio muestra la necesidad de reestudiar las colecciones históricas en Colombia. El Cretáceo temprano es una época crítica en la evolución de las plantas terrestres, en particular para las plantas con flores y las gimnospermas. Nuestro trabajo futuro es descubrir los bosques que crecieron en esta parte del mundo", afirma Herrera.


Referencias:

Fósil atribuido a una planta es una tortuga bebé apodada Pokémon Fuente: Europa Press 07.12.2023. (https://www.europapress.es/ciencia/ruinas-y-fosiles/noticia-fosil-atribuido-planta-tortuga-bebe-apodada-pokemon-20231207181859.html) [Última consulta 07.12.2023].


Para más información por favor consulte: Palma-Castro, Héctor D., Cómbita-Romero, Diego A., Cadena, Edwin-Alberto, Carvalho, Mónica R., and Herrera, Fabiany. 2023. An Early Cretaceous Sphenophyllum or a hatchling turtle? Palaeontologia Electronica, 26(3):a50. https://doi.org/10.26879/1306 palaeo-electronica.org/content/2023/4017-fossil-plant-or-turtle


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miércoles, 22 de noviembre de 2023

26 fósiles marinos hallados en Boyacá tendrían entre 125 y 113 millones de años


En la región entre Villa de Leyva, Sáchica y Sutamarchán, designada como "Geositio de conservación de patrimonio mundial" por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas de la UNESCO, se han descubierto 26 fósiles de ictiosaurios, pliosaurios y tiburones en la formación rocosa Paja, revelando la existencia de estos animales hace entre 125 y 113 millones de años. Aunque es una ubicación rica en fósiles, muchos especímenes no se han estudiado adecuadamente debido a la falta de información sobre su procedencia.
El paleontólogo Cristian David Benavides Cabra, del grupo de investigación en Paleontología de Vertebrados de la Universidad Nacional de Colombia, ha contribuido al conocimiento de la edad de estos fósiles. Su investigación ha revelado cuatro niveles de rocas en los cuales se encontraron los 26 vertebrados marinos estudiados, dos del Barremiano y dos del Aptiano, proporcionando una base para interpretaciones ecológicas futuras. La Formación Paja, donde se hallaron la mayoría de los fósiles, se divide en tres partes, siendo la parte media la más destacada.
El estudio también ha permitido determinar la edad de especímenes específicos, como el ictiosaurio Muiscasaurus catheti y el tiburón Protolamna ricaurtei. Estos fósiles se encuentran principalmente en el Museo Paleontológico de Villa de Leyva, el Centro de Investigaciones Paleontológicas (CIP), el Museo Comunal El Fósil de la vereda Moniquirá, el Museo de Sáchica y las colecciones del Departamento de Geociencias en la UNAL. La investigación fue llevada a cabo en colaboración con otros profesionales de la UNAL en los campos de geociencias y biología.

A continuación la noticia publicada por Agencia UNAL:


No es gratuito que la zona comprendida entre Villa de Leyva, Sáchica y Sutamarchán haya sino designada por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas de la Unesco como “Geositio de conservación de patrimonio mundial”. El estudio de 26 fósiles de ictiosaurios, pliosaurios e incluso tiburones hallados en la formación rocosa Paja evidenció que estos animales pudieron habitar la región hace entre 125 a 113 millones de años.

Descubren en Boyacá la edad de algunos vertebrados marinos de hace millones de años que se tenían guardados. Foto: Grupo de Investigación en Paleontología de Vertebrados de la UNAL.



En este grupo de rocas ubicado en Boyacá se esconden grandes secretos de la geología y de los cambios que ha tenido el planeta, y también de cómo estos animales prehistóricos interactuaban cuando aún nadaban y competían por el alimento en el mar.
Sin embargo, aunque este es uno de los lugares donde se encuentran más fósiles de vertebrados marinos, también es cierto que muchos especímenes resguardados en los museos o en las colecciones de algunas instituciones no se han estudiado, pues no se tiene mayor información de su procedencia, ya sea porque las personas que los hallaron no tomaron las coordenadas exactas del sitio, o porque las piezas se le decomisaron a gente ajena al quehacer científico.

Trabajo de campo realizado en la formación rocosa de la región. Foto: Grupo de Investigación en Paleontología de Vertebrados de la UNAL.


Ante este desconocimiento, el ávido paleontólogo Cristian David Benavides Cabra, del grupo de investigación en Paleontología de Vertebrados de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), descifró las capas detrás del misterio de la edad de estos fósiles.
Aunque esta unidad rocosa se estudió y describió antes, muchos de los fósiles descritos y hallados allí no tenían información suficiente para saber si provienen del Barremiano o del Aptiano, edades geológicas que se ubican entre los 125 y 113 millones de años atrás.
Todo comienza con el “levantamiento” de las rocas, que, en palabras sencillas, se refiere a la descripción de cada una de sus capas, desde la más antigua hasta la más reciente. Para ello el investigador y su grupo de trabajo realizaron diversas visitas a estos lugares, utilizando y comparando sus hallazgos con las descripciones que en años anteriores hicieran los profesores de la UNAL Fernando Etayo y Pedro Patarroyo, quienes han dedicado su experiencia a detallar lo que ocurre con estas formaciones.

Los fósiles se compararon con amonitas, moluscos que vivieron hace millones de años y que son un indicador de la edad de las rocas.


Aquí es clave entender –o al menos hacerse una idea– de lo que es la estratigrafía, rama de la geología que estudia e interpreta las capas de rocas que se han ido sedimentando o acumulando con el tiempo y que pueden contener huesos, dientes, conchas, rastros de organismos e incluso impresiones dejadas por plantas o animales de hace millones de años.
“Encontramos cuatro niveles de rocas en las que estaban los 26 vertebrados marinos estudiados, dos de ellas del Barremiano y las otras dos del Aptiano, lo cual es un hito porque nunca se había realizado un estudio así para los vertebrados marinos fósiles de esta región. Este es un avance que permite que en el futuro los investigadores de Colombia y del mundo tengan un punto de partida para hacer interpretaciones ecológicas de estos especímenes", asegura el experto.
La Formación Paja está dividida en tres partes, de las cuales la media se roba el protagonismo pues es donde se han encontrado más vertebrados fósiles.
Además esta parte se subdivide en varios segmentos, algunos menos espesos y compuestos por rocas calcáreas además de otros competentes que terminan formando una cornisa o saliente.


Villa de Leyva, Sáchica y Sutamarchán son zonas emblemáticas en el descubrimiento de fósiles de vertebrados marinos. Foto: Grupo de Investigación en Paleontología de Vertebrados de la UNAL.



En otro segmento se encuentran rocas muy blancas con algunas amonitas (moluscos que habitaron la Tierra hasta hace unos 66 millones de años), fundamentales para conocer la edad de las rocas del sitio en donde se encontraron los fósiles de vertebrados.
El paleontólogo destaca dos de los principales resultados de su trabajo: (i) la determinación de la edad del espécimen tipo del ictiosaurio Muiscasaurus catheti encontrado en 2016 del que no se sabía su edad, y en este trabajo se estableció que proviene de rocas del Aptiano superior, entre 117 y 113 millones de años atrás, y (ii) se determinó la edad del espécimen tipo del tiburón Protolamna ricaurtei, registrado en 2019 y que fue el primero para esta región, el cual también provenía de rocas del Aptiano superior.
Los fósiles analizados se encuentran principalmente en el Museo Paleontológico de Villa de Leyva, en el Centro de Investigaciones Paleontológicas (CIP), en el Museo Comunal El Fósil de la vereda Moniquirá, en el Museo de Sáchica, y en las colecciones del Departamento de Geociencias en la UNAL.
La investigación fue un trabajo conjunto con la profesora María Páramo y los investigadores José Narváez y María Paula Ramos, del Departamento de Geociencias de la UNAL, y Héctor Palma, del Departamento de Biología
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Referencias:

26 fósiles marinos hallados en Boyacá tendrían entre 125 y 113 millones de años. Fuente: Agencia UNAL 21.11.2023. (http://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/26-fosiles-marinos-hallados-en-boyaca-tendrian-entre-125-y-113-millones-de-anos) [Última consulta 22.11.2023].


Para más información por favor consulte: Benavides, Cristian & Páramo, María & Palma-Castro, Héctor & Narváez, José. (2023). Stratigraphic distribution of marine vertebrates from the Arcillolitas abigarradas Member (Paja Formation) of the Villa de Leiva - Sáchica - Sutamarchán region, Boyacá, Colombia. Earth Sciences Research Journal. 27. 211-226. 10.15446/esrj.v27n2.108292


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martes, 7 de noviembre de 2023

El dinosaurio, primo del 'T-rex', que dejó sus huellas en Villa de Leyva


Investigadores descubrieron un rastro de huellas de dinosaurio en Villa de Leyva, Boyacá, durante la construcción de una carretera. El hallazgo, realizado por Mary Luz y Juan de Dios Parra Ruge en 2008, proporcionó un rastro de casi 65 metros de longitud que representan el testimonio de dinosaurios que habitaron la región hace millones de años. Aunque las huellas fueron destruidas debido a la urgencia de la obra, los moldes de látex permitieron su estudio. Estas huellas pertenecen a un dinosaurio bípedo de tamaño mediano, sugiriendo un escenario en el que caminaban a través de marismas intermareales húmedas en Villa de Leyva. Se estima que el dinosaurio caminaba de manera digitígrada y pudo variar su velocidad a través de lodo profundo, incluso triplicándola en ocasiones. Este descubrimiento es significativo en el estudio de los dinosaurios en Sudamérica y contribuye al registro de icnofósiles del Cretácico Inferior en la región. La investigación también destaca la participación de jóvenes paleontólogos en la ilustración de las huellas.

A continuación la noticia publicada por El Tiempo:


Investigadores hallaron el rastro de un desconocido dinosaurio en la construcción de una carretera.



Este dinosaurio tenía unas patas en forma tridáctila (tres dedos). FOTO: CIP


Hace millones de años, un dinosaurio, o un grupo de ellos, caminaba inadvertidamente por una zona costera en lo hoy conocemos como Villa de Leyva (Boyacá). De esa caminata, millones de años después, se conservó un rastro de casi 65 metros de longitud en los que las huellas de estos animales permanecieron como un testimonio de que en este territorio, que se ha destacado por el hallazgo de impresionantes fósiles de enormes monstruos marinos, también fue habitado por seres que incluso pertenecieron al mismo linaje que el famoso Velociraptor y el icónico Tyrannosaurus rex.

Con estas huellas se encontraron en 2008 Mary Luz y Juan de Dios Parra Ruge, miembros del Centro de Investigaciones Paleontológicas (CIP), en medio de la construcción de una carretera en ese municipio boyacense. Los científicos recibieron permiso para fotografiar, medir y producir moldes de las huellas originales para su estudio y análisis, consiguiendo así también salvar algo de esa evidencia milenaria, que lamentablemente fue destruida debido a la urgencia de la obra.

A partir de esos moldes de látex, que reposan actualmente en el CIP, investigadores de esta institución y del laboratorio de Hans Larsson en el Museo Redpath (McGill University, Canadá), publicaron recientemente un estudio en la revista de geología Facies, en la que se reportan estas marcas como el primer sitio de huellas de dinosaurios que se ha identificado en la Fomación Paja, como se le conoce al sitio geológico que representa esta región andina.
“Estudiamos más de una decena de huellas de dinosaurio que hacían parte de un largo camino lodoso. Las huellas representan el mismo dinosaurio (icnotaxón), aunque el número de individuos no se puede determinar con certeza, ya que puede oscilar entre dos y cinco, o pueden corresponder a eventos de caminatas separados”, explica la paleontóloga Dirley Cortés, estudiante de doctorado de la Universidad McGill y directora científica del CIP.

Aunque en este lugar no se encontraron los huesos fosilizados con los que muchas veces trabajan estos científicos, de este conjunto de huellas han podido rescatar varias características de cómo habrían podido ser estos desconocidos dinosaurios colombianos: “Nos dimos cuenta de que este dinosaurio posiblemente se movía en un lodo fangoso a medida que caminaba, también que variaba de velocidad y de profundidad a lo largo del sustrato, e incluso en ocasiones, ¡alcanzó a triplicar su velocidad!”, señala con sorpresa la investigadora.

Posiblemente de tamaño mediano, este dinosaurio tenía unas patas en forma tridáctila (tres dedos) en las que el del medio era el más grande y formaba el eje principal de un pie que medía unos 18 centímetros de largo y unos 17 de ancho máximo. En algunas huellas también se identificó un borde afilado en el tercer dedo que para los expertos sugiere la presencia de una garra.

Las huellas representan el mismo dinosaurio (icnotaxón), aunque el número de individuos no se puede determinar con certeza

Pese a que la identidad de este dinosaurio caminante seguirá siendo desconocida debido a que los datos disponibles no son suficientes para atribuir sus huellas a un dinosaurio en específico, los científicos lograron determinar que le pertenecían a un dinosaurio bípedo (que se sostiene en dos patas para caminar) y además pudieron obtener pistas interesantes sobre cómo se movía.

“Las huellas sugieren que caminaba de manera digitígrada, lo que quiere decir que camina sobre sus dígitos, como los avestruces; por el contrario, los humanos somos plantígrados, es decir, ponemos todo el pie en el suelo cuando caminamos”, detalla Cortés.
Las marcas de Villa de Leyva incluso le sirvieron a los paleontólogos para calcular la velocidad promedio del dinosaurio. Un cálculo que se hace tomando en cuenta la longitud de la zancada y lo que se conoce como la regla de similitud dinámica (que se refiere a cómo los animales extintos y los existentes comparten propiedades mecánicas básicas).


Las huellas hacen parte de dos caminos ininterrumpidos con al menos nueve marcas bien conservadas y tres huellas aisladas y no tan bien preservadas



“Para esto primero calculamos la altura de la cadera, que se estimó en unos 84 cm, lo que está dentro del rango de tamaño de los terópodos de tamaño pequeño a mediano. Con base en esta medida y en la longitud de la zancada, estimamos una velocidad máxima de aproximadamente 11 kilómetros por hora, lo que representa poco más que una carrera lenta para un animal de este tamaño, y apenas una cuarta parte de la velocidad máxima alcanzada por Usain Bolt en su récord de 100 metros”, asegura Cortés.

La velocidad más lenta de este animal fue aproximadamente un tercio de su velocidad máxima. Esto significa que el dinosaurio de Villa de Leyva habría sido entre los caminantes más rápidos o los corredores más lentos en el extenso conjunto de datos de otros dinosaurios bípedos conocidos en el mundo. “Como referencia respecto a otros dinosaurios de su linaje, se estima que el Tyrannosaurus rex tenía una velocidad que oscila entre 36 y 50 kilómetros por hora, y el Velociraptor entre 50 y 55 kilómetros por hora, este último uno de los dinosaurios más rápidos conocidos hasta hoy”, señala la investigadora.

Las huellas sugieren que caminaba de manera digitígrada, lo que quiere decir que camina sobre sus dígitos, como los avestruces



Las primeras huellas

Un dato que llama mucho la atención en esta investigación es la posibilidad de que algunas de las huellas de dinosaurio que se han hallado en Colombia sean uno de los primeros reportes de este tipo de trazas fósiles descubiertas en Sudamérica y unas de las primeras registradas en todo el mundo. “Incluso, unas huellas de Oiba (Santander) pudieron haberse hallado mucho antes de que la palabra ‘Dinosaurio’ fuera acuñada hacia 1841 por el naturalista inglés Richard Owen”, indica la investigadora Cortés con emoción.

Y agrega: “De hecho, es posible que los fósiles de huellas de Sudamérica hayan sido descubiertos por primera vez por sus pueblos nativos mucho antes de que los naturalistas europeos emprendieran expediciones por todo el continente. Aunque la pista de las huellas de Oiba se ha perdido, es muy probable que haya muchas otras huellas en varias regiones de Colombia esperando ser encontradas, solo tenemos que buscarlas”.

De acuerdo con los investigadores, el descubrimiento de huellas de dinosaurios en Villa de Leyva amplía el registro de este tipo de icnofósiles (como se le denomina a este tipo de marcas) para el Cretácico Inferior (entre unos 100-145 millones de años) de Sudamérica y se suma a la corta lista de registros de dinosaurios en Colombia.

“Es la primera vez que encontramos huellas de dinosaurio terópodo (que se caracterizan por sus extremidades con tres dedos funcionales y sus huesos huecos) en la Formación Paja, y sugieren un escenario en el que dinosaurios de tamaño mediano caminaron a través de marismas intermareales húmedas –o pisos de lodo– con diferentes profundidades en el sustrato en lo que hoy es Villa de Leyva”, indica Cortés.

Es posible que, en este tipo de ecosistema intermareal, a medida que los dinosaurios caminaban a través de lodo más profundo, su velocidad a menudo se reducía a medida que sus pies se hundían más profundamente hasta alcanzar sus velocidades más lentas.
El dinosaurio primero hundía sus patas en el lodo, luego abría con completo sus dígitos para encontrar estabilidad, y finalmente retraía todo el pie hacia atrás hasta dar la siguiente zancada

“El dinosaurio primero hundía sus patas en el lodo, luego abría con completo sus dígitos para encontrar estabilidad, y finalmente retraía todo el pie hacia atrás hasta dar la siguiente zancada mientras se ajustaba a las distintas profundidades del lodo. En este proceso, el fango alrededor se reacomodaba, y por esto encontramos huellas con variadas formas. El dinosaurio incluso fue capaz de triplicar su velocidad en los lodos más profundos antes de llegar a lodos menos profundos”, relata la paleontóloga.


Cabe resaltar que, aunque se han encontrado otras huellas similares, las huellas de dinosaurio de Villa de Leyva son una de las pocas que muestran variaciones lentas de velocidad a través de lodo profundo en todo el mundo. “Aunque este es sin duda, un descubrimiento fascinante y muy divertido, aún nos falta muchísimo más por descubrir. Boyacá y otros departamentos deben tener en sus muchas rocas centenares de otras huellas y fósiles”, concluye Cortés.

Los pequeños guardianes de la paleontología

Un detalle particular de esta investigación es que contó con la participación de algunos de los paleontólogos más jóvenes del país. Fueron los integrantes del club de los Pequeños Guardianes de la Paleontología, niños y niñas entre los 5 y los 14 años, los encargados de recrear cómo pudo verse el enigmático dinosaurio que dejó sus huellas en el lodo de lo que hoy es Villa de Leyva.

Ilustración del club Pequeños Guardianes de la Paleontología.


“Cuando les contamos sobre este descubrimiento, estaban tan emocionados que les propusimos hacer la ilustración de las huellas para la publicación científica. A los tres minutos ya estaban decidiendo por iniciativa propia qué parte de la ilustración les gustaría hacer”, recuerda la investigadora Cortés sobre este grupo con el que el CIP busca promover la ciencia y la divulgación científica entre los más pequeños.

El grupo de jóvenes exploradores estuvo conformado por Federico Rodríguez Cadena, Daniel Fernando Lozada Camacho, Helena Ramírez Porras, Martina Rodríguez Peñuela,Jeronimo Hernández Vargas, Felipe Ariza Camargo, Juan Esteban Ramírez Cano, Joshua Bernal Farfan, y Christopher Alejandro Salgado Medina. Además, otra pequeña, llamada Vanesa Parra, también hizo parte de la toma de datos en campo en el 2008, cuando fueron descubiertas las huellas por primera vez

La publicación de este trabajo en la revista Facies, una revista científica colombiana, es una iniciativa para seguir apostando al crecimiento de revistas científicas nacionales. Facies fue fundada en 1990 por estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, entre los que se encuentran algunos de los paleontólogos más importantes del país, como el doctor Carlos Jaramillo, y donde los expertos colombianos esperan publicar con más frecuencia.


Referencias:

Alejandra López. El dinosaurio, primo del 'T-rex', que dejó sus huellas en Villa de Leyva. Fuente: El Tiempo 07.11.2023. (https://www.eltiempo.com/vida/ciencia/encuentran-huellas-de-dinosaurio-primo-del-t-rex-en-villa-de-leyva-822707?fbclid=IwAR2AI9ggHIJXbt2XYZyk9jG0vga1nwb2coJIHAHrkg3XdIGiLMTXiF5oTEM) [Última consulta 21.11.2023].



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jueves, 26 de octubre de 2023

Reptil marino que nadó hace 125 millones años donde hoy es Colombia tenía parientes en Rusia

 
El geólogo Cristian David Benavides Cabra y un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), liderados por la profesora María Páramo Fonseca, han reevaluado un fósil de Stenorhynchosaurus munozi, un pliosaurio descubierto en la quebrada La Yuca, en Sutamarchán, Boyacá. El análisis de los dientes de este reptil marino sugiere vínculos con especies encontradas en Rusia, revelando detalles sobre su alimentación y migración. Contrario a las creencias anteriores, se encontraron cinco dientes premaxilares, y los dos dientes más anteriores en el hocico apuntan hacia adelante, similar a la especie rusa Luskhan itilensis. Este hallazgo proporciona información sobre las grandes migraciones marinas de estos reptiles hace aproximadamente 125 a 121 millones de años.

A continuación la noticia publicada por la Agencia UNAL:

La llegada y la migración de estas majestuosas especies marinas que surcaron los océanos de Europa y Suramérica han sido un misterio latente a lo largo del tiempo; sin embargo, el análisis de los dientes de un fósil de Stenorhynchosaurus munozi, descubierto en la quebrada La Yuca, en Sutamarchán (Boyacá), permiten reevaluar aspectos que se conocían y revelar posibles vínculos con especies encontradas en latitudes como Rusia.


Este reptil marino, o pliosaurio, podía alcanzar 8 m de longitud, tenía un cuerpo largo y robusto, y su rasgo más distintivo era su gran cráneo con hocico alargado y estrecho. Tanto estas características como sus dientes permiten determinar que se alimentaban de peces pequeños. Se cree que el grupo al que pertenece la especie encontrada en Colombia se extinguió hace cerca de 90 millones de años, durante una época de grandes cambios en la fauna marina.


El investigador Cristian David Benavides Cabra, geólogo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), y un grupo de investigadores liderados por la profesora María Páramo Fonseca, del Departamento de Geociencias, se interesaron por estos rasgos de un fósil resguardado en el Museo Paleontológico de Villa de Leyva y que no se había descrito o caracterizado desde su hallazgo en la década de 1990, y que parecía tener una serie de particularidades no observadas en los otros descubrimientos de la zona, lo cual lo acercaría a especies que habitaron en los antiguos mares rusos.


“No se sabía a ciencia cierta de dónde venía el fósil, lo único que se conocía era que hace muchos años algunos miembros del Museo lo encontraron en la quebrada La Yuca, así que contactamos a esas personas para que nos contaran un poco más sobre lo que se había hecho, y llegamos al lugar para determinar la edad de las rocas y tener una huella más legible del hallazgo”, asegura el geólogo.


Al analizar las rocas calcáreas de la quebrada, llamadas así porque tienen un alto contenido de carbonato de calcio formado por restos de conchas y esqueletos de organismos marinos, se determinó, por medio del estudio de las amonitas, que estas rocas son de la edad geológica del Barremiano, enmarcada hace unos 125 y 121 millones de años atrás.
Esto permitió identificar que el animal al que pertenece el fósil vivió durante esa época, que se dio en el Cretácico inferior, edad de la que hasta hace 10 años se conocía muy poco sobre este tipo de reptiles marinos, pero en la que Colombia se ha convertido en un referente por sus hallazgos y estudios.


“El descubrimiento de estos fósiles se da sobre todo en regiones más secas o desérticas, pues las rocas no están cubiertas por vegetación; en regiones como Villa de Leyva y sus alrededores son abundantes, no solo pliosaurios sino también de otros reptiles marinos, situación similar a lugares como el desierto de la Tatacoa y la región de la Alta Guajira”.
“Contrario a lo que se creía, esta especie tiene cinco dientes premaxilares y no cuatro; además, los dos dientes más anteriores, en la punta del hocico, son procumbentes, es decir que apuntan hacia delante de la boca y no hacia abajo, lo cual solo se había visto en la especie Luskhan itilensis, hallada en Rusia”, explica el experto.


Añade que esto es muy relevante porque revela un vínculo y posible origen asociado con los pliosaurios de ese país, un hecho sin precedentes que ayudaría a armar el rompecabezas de las grandes migraciones marinas de estos reptiles en aquellas épocas que hasta ahora el hombre puede reconstruir.


“El fósil que analizamos tiene 15 m de longitud y 10 m de alto, y sus dientes son de alrededor de 6 cm, con una cara aplanada que termina en dos crestas marcadas, que son adaptaciones para cortar mejor la carne, lo cual sigue acercándolo a los fósiles de Rusia, contrario a otras especies de pliosaurios encontrados en rocas de Villa de Leyva, que se parecen más a especímenes del Reino Unido y Australia”, expresa.


También se identificó que el fósil es de un subadulto, animal juvenil pero no tanto. El trabajo tomó alrededor de un año, dado que el fósil se sometió al método de preparación química, que emplea ácido fórmico diluido para ir disolviendo la roca calcárea y al mismo tiempo ir revelando el fósil, que siempre se protegió durante el proceso; según el investigador, “aunque esta preparación es más demorada ofrece mejores resultados, por eso vale la pena”.


La investigación fue liderada por la profesora Páramo en conjunto con Héctor Palma Castro, del Departamento de Biología, y Antonio Castañeda Gómez, de la Universidad de Wurzburgo (Alemania). El artículo se puede leer en el siguiente enlace: https://revistas.unal.edu.co/index.php/esrj/article/view/105689



Referencias:

Reptil marino que nadó hace 125 millones años donde hoy es Colombia tenía parientes en Rusia. Fuente: Agencia UNAL 26.10.2023. (https://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/reptil-marino-que-nado-hace-125-millones-anos-donde-hoy-es-colombia-tenia-parientes-en-rusia) [Última consulta 21.11.2023].



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jueves, 14 de septiembre de 2023

El misterio de las huellas en el pozo La Calavera



Alejandro Corrales, estudiante de biología y geociencias, hizo el descubrimiento de una de las huellas de dinosaurio mejor preservadas de Colombia en el pozo La Calavera, en Santa María, Boyacá, en 2017. Estas huellas, pertenecientes a dinosaurios ornitópodos llamados iguanodóntidos, son las mejor conservadas del país y proporcionaron información sobre el tamaño y la dispersión de estos animales hace aproximadamente 130 millones de años. El proceso de investigación implicó un trabajo colaborativo con científicos y expertos internacionales, así como desafíos logísticos para acceder a las huellas en una pared natural vertical. Este hallazgo destaca la posibilidad de que Colombia albergara una rica diversidad de dinosaurios en áreas no inundadas durante el período Cretácico.

A continuación la noticia publicada por la Agencia UNAL:

"La historia del descubrimiento de las huellas de dinosaurio mejor preservadas en Boyacá (Colombia).

Un día, a mediados de 2017, Alejandro Corrales, en ese entonces estudiante de biología y geociencias, hizo un descubrimiento sorprendente en el pozo La Calavera, un lugar inmerso en bosque tupido y cantos de aves en el río Batá en Santa María, Boyacá. Alejandro observó en una pared natural seis marcas de formas muy curiosas que se convertirían en las huellas de dinosaurio mejor preservadas del país.

Esta historia transporta a finales de junio de 2017, cuando Alejandro visitó Santa María, un lugar fuera de lo común en Boyacá. Este destino es excepcional, no solo porque para llegar hay que pasar 14 túneles que atraviesan la Cordillera Oriental, sino por su exuberante biodiversidad, resultado de su posición en el piedemonte llanero, constantes lluvias y cálidas temperaturas.

Durante su estancia, un guía turístico local sugirió a Alejandro visitar el famoso pozo conocido como "La Calavera", reconocido por sus aguas turquesas y popular entre los jóvenes de la región. Es interesante destacar la estrecha relación existente entre los guías turísticos de Santa María y la comunidad científica, pues numerosas universidades del país eligen este lugar para llevar a cabo programas de biología y ecología, realizando prácticas y actividades científicas en la zona. Santa María es hogar de una extraordinaria biodiversidad y esta prolongada interacción entre científicos y habitantes locales ha convertido al lugar en un destino turístico con enfoque científico y de investigación.

Al llegar al pozo La Calavera, el guía señaló seis marcas en una pared, de aproximadamente 30 centímetros cada una, que se encontraban encima del pozo. Alejandro comenta: "Inicialmente, se especulaba en la región que podrían tratarse de restos de plantas prehistóricas debido a su ubicación en una pared completamente vertical". Sin embargo, Alejandro sospechó que eran huellas de dinosaurio, a pesar de estar en una pared. Decidió capturar algunas fotos y, al regresar a Bogotá, las mostró a su compañero de clase, William Carantón, quien al verlas, estuvo de acuerdo en que se asemejaban notablemente a huellas de dinosaurio.





Coincidentemente ese semestre, Alejandro y William cursaban un curso de paleontología con el profesor Leslie Francis Noe, reconocido paleontólogo inglés vinculado a la Universidad de los Andes. Decidieron mostrarle las fotografías, en busca de su experiencia en grandes criaturas del pasado. Al ver las imágenes, Leslie las reconoció de inmediato como huellas de dinosaurio. "Cuando vi las fotos por primera vez, quedé totalmente sorprendido", señala el profesor.

En consecuencia, planificaron un viaje de regreso a Santa María para obtener más fotografías y realizar mediciones precisas. El equipo de trabajo incluía a Leslie, Alejandro, William, el geólogo José Vicente Rodríguez y la paleontóloga Marcela Gómez-Pérez. El objetivo del equipo era recopilar evidencias que permitieran determinar el tipo de dinosaurio, su tamaño y hace cuánto tiempo había vivido en lo que hoy conocemos como Boyacá.
El acceso a las huellas resultó complicado, según comenta William: "Tuvimos que adquirir neumáticos de tractomula para utilizarlos como balsas y poder llegar a las huellas, ya que se encuentran rodeadas de aguas muy profundas y no hay puntos de apoyo". Leslie agregó: "No habíamos previsto que tendríamos que nadar para cruzar un río". Finalmente, lograron capturar fotografías detalladas y realizar numerosas mediciones precisas. Alejandro expresó: "Quedamos impresionados por el excelente estado de conservación de las huellas".

Con las fotografías y mediciones en mano, el equipo se embarcó en un arduo proceso científico que implicó análisis estadísticos y una exhaustiva revisión de la literatura especializada. Después de intensas discusiones, la revisión de numerosas imágenes de huellas de dinosaurios y la consulta a expertos internacionales, comenzaron a acercarse a la identidad del dinosaurio responsable de las misteriosas marcas. En un principio, se inclinaron por la posibilidad de que pertenecieran a un dinosaurio carnívoro, debido a la apariencia de garras puntiagudas. Sin embargo, a partir de múltiples análisis, llegaron a la conclusión de que las características de forma y tamaño se asemejaban más a las huellas dejadas por un dinosaurio herbívoro.

Para determinar con mayor certeza el tipo de dinosaurio responsable, realizaron un análisis comparativo con fósiles existentes de la misma época en Brasil, Argentina, América del Norte, Europa y África. Basándose en el tipo y la edad de las rocas, llegaron a la conclusión de que las huellas correspondían a un grupo de dinosaurios que vivieron hace aproximadamente 130 millones de años llamados iguanodóntidos, al cual pertenece el famoso Iguanodon (llamado así porque sus dientes se parecen a los de la iguana). Las huellas fueron denominadas Iguanodontipus o 'marcas de Iguanodon'.

Este descubrimiento resulta sumamente interesante, ya que constituye la primera evidencia de un dinosaurio ornitópodo de gran tamaño en Colombia y, según Leslie, son las huellas de dinosaurio mejor preservadas del país. Las huellas contenían información escondida que les permitió estimar el tamaño en unos ocho metros de longitud y aproximadamente dos toneladas y media de peso. Además, representa el primer hallazgo de esta especie en América del Sur, dado a que sus parientes solo se habían encontrado previamente en territorio europeo.

Una de las conclusiones de este estudio, publicado en un libro del Servicio Geológico Colombiano en 2020, es que la especie de dinosaurio encontrado en Santa María, se dispersó gradualmente desde una región llamada Laurasia del Sur, que corresponde a lo que hoy es Europa, hasta llegar a Gondwana, la masa de tierra donde se encuentra Boyacá en la actualidad.

Según el equipo de expertos, hay varias hipótesis sobre cómo este dinosaurio llegó a Boyacá, pero la vía más probable de dispersión comenzó en Europa. En aquel tiempo, Europa y África estaban separadas por un océano llamado Tethys, mientras que África y Sudamérica formaban un solo continente. Según la hipótesis planteada, el iguanodon cruzó el océano Tethys y, una vez en África, pudo avanzar hacia Sudamérica sin necesidad de atravesar el océano Atlántico, que aún se estaba formando en esa época.



¿Por qué huellas de dinosaurio en una pared natural vertical?

Al inicio del período Cretácico, la Cordillera de los Andes no existía en su forma actual. Colombia era en gran medida una extensa llanura, similar a una mesa de billar. Gran parte del norte del país se encontraba por debajo del nivel del mar. Sin embargo, debido al choque entre las placas tectónicas Suramericana y de Nazca, gradualmente comenzó a formarse la Cordillera de los Andes. A medida que las montañas se elevaban, se generaban nuevos pisos térmicos, ríos y se creaban barreras físicas como valles y montañas, que a su vez promovían la formación de nuevas especies al aislar poblaciones.
Este dinámico proceso geológico transformó el área donde se encuentran las huellas del iguanodon en Santa María. Lo que una vez fue un terreno plano, se convirtió en una pared natural vertical.

Es interesante observar cómo los constantes movimientos del suelo han contribuido a la diversidad del paisaje colombiano. Estos cambios geológicos han permitido que Colombia se convierta en uno de los lugares más biodiversos de la Tierra, ya que la formación de montañas y la fragmentación del territorio han fomentado la evolución y la aparición de nuevas especies en diferentes regiones del país.

¿Por qué hay tan pocos rastros de dinosaurios prehistóricos en Colombia?

En Colombia se han registrado oficialmente solo dos especies de dinosaurios de gran tamaño: el Padillasaurus leivaensis de Boyacá y el Perijasaurus lapaz de Cesar. A diferencia de países como Estados Unidos y Argentina, donde se descubren constantemente fósiles de diversas especies de dinosaurios, Colombia se queda rezagada con solo dos especies conocidas (y otras más que aún no han sido formalmente descritas, incluyendo el iguanodóntido). Esta disparidad podría atribuirse al hecho de que durante el período Cretácico, gran parte del territorio colombiano se encontraba sumergido bajo el mar. Esto explica por qué se encuentra una abundancia de fósiles de reptiles marinos en lugares como Villa de Leyva, mientras que los hallazgos de dinosaurios terrestres son escasos.

Sin embargo, el descubrimiento de un Iguanodontipus en Boyacá resalta la posibilidad de que Colombia albergara en el pasado una rica diversidad de dinosaurios en las áreas que no estaban inundadas, similar a la riqueza actual de aves en el país. Las aves son consideradas descendientes directos de esos dinosaurios del pasado, lo que significa que las aves, desde el colibrí hasta el avestruz, son en realidad dinosaurios.

Dinosaurios en Bogotá

El proceso de comprender nuestro mundo a través de la ciencia requiere un amplio conocimiento y precisión, pero también una gran dosis de imaginación. Es fundamental que todas las personas, especialmente niñas, niños y jóvenes, conozcan la fascinante interacción entre el pasado geológico y climático, y la biodiversidad actual.

Con este propósito, la Universidad de los Andes, en colaboración con el Museo de Historia Natural de Nueva York, prepararon una exposición que sumergió en el mundo de los dinosaurios y grandes criaturas que alguna vez deambularon por Colombia, desde el período cretácico hasta nuestros días.

La exposición ofreció una visión científica y artística de los diversos ecosistemas en los que vivieron estos fascinantes seres. Se contó con esculturas de tamaño real que representan una amplia gama de especies, desde el icónico iguanodonte de Santa María hasta el megaterio del pleistoceno".



Referencias:

El misterio de las huellas en el pozo La Calavera. Fuente: Universidad de los Andes 14.09.2023. (Ihttps://uniandes.edu.co/es/noticias/comunidad/el-misterio-de-las-huellas-en-el-pozo-la-calavera?fbclid=IwAR1PRwqU8X_plytNT-cHds3MiBzZS90hdB1sUAg7gqvEJeEUJqDV51begp8) [Última consulta 21.11.2023].




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lunes, 4 de septiembre de 2023

Método estadístico ayudaría a identificar fósiles de zorros y lobos de hace 50.000 años


El investigador colombiano, León Chaparro Vargas, utilizó la morfometría geométrica y un modelo eficaz basado en más de 1.000 fotografías de especies relacionadas de zorros para caracterizar un fósil de zorro cangrejero de hace aproximadamente 50,000 años encontrado en Soatá, Boyacá. El método demostró un 96% de efectividad para identificar géneros y la dieta de cada espécimen, asignando 24 puntos clave en las imágenes de las mandíbulas para la comparación e identificación. Aunque no se pudo determinar con certeza que el fósil era de zorro cangrejero, la investigación proporciona un primer paso en la identificación y caracterización de fósiles de la familia de los zorros cangrejeros, destacando la importancia de la morfometría geométrica en el análisis de fragmentos pequeños de mandíbulas o dentaduras.

A continuación la noticia publicada por la Agencia UNAL:


“En paleontología, los fósiles no siempre se encuentran completos; para los cánidos –familia de perros, zorros y lobos–, los detalles de sus dientes han permitido la identificación detallada de algunas especies, pero en otras no, ya que falta información y detalle sobre la geometría de sus mandíbulas. Una investigación analizó fotografías de mamíferos de este tipo existentes en la actualidad para dar el primer paso en la caracterización del único fósil de hace 50.000 años hallado en Soata (Boyacá).

Fósil de mandíbula de la especie Cerdocyon thous encontrada en Soatá, Boyacá. Foto: León Chaparro Vargas, magíster en Biología de la UNAL.


Este ha sido caracterizado como un zorro cangrejero (Cerdocyon thous), animal que habita en el Caribe y la Orinoquia colombiana. Pero no siempre fue así: hace cerca de 3 millones de años, cuando se conformó un paso desde Panamá hasta Suramérica y los ancestros de los actuales zorros sudamericanos lograron migrar desde Norteamérica, su alimentación variada, que incluye artrópodos como el cangrejo, al parecer no ha cambiado desde el Pleistoceno tardío, época en que el ser humano aún creaba las primeras joyas, lanzas y arcos.

Los fósiles de este grupo de animales están bien documentados en Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia e incluso Venezuela, pero en Colombia el registro es escaso, contando apenas con el reporte del fragmento de una mandíbula en Soatá, que aunque se determinó como un zorro cangrejero por su distribución geográfica y tamaño, no se tuvo en cuenta la ausencia de caracteres dentales, por lo que es necesario buscar una alternativa para confirmar la hipótesis.

Aquí es donde aparece el investigador León Chaparro Vargas, magíster en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), que con la ayuda del profesor Joao Muñoz, del Laboratorio de Ecología Evolutiva del Departamento de Biología, se interesó por determinar, mediante el método de morfometría geométrica, si efectivamente el fósil era de zorro cangrejero. Para ello utilizó y comparó cerca de 1.033 fotografías de especies relacionadas de instituciones como el Instituto de Ciencias Naturales, el Instituto Humboldt o el Museo de Historia Natural de Nueva York.

Modelo eficaz

El modelo demostró un 96 % de efectividad para identificar los géneros y la dieta o alimentación de cada espécimen. Un punto importante consistió en asignar para cada una de las imágenes de las mandíbulas 24 puntos (landmarks), entre ellos: posiciones de los dientes, alvéolos y sus distancias respecto a la mandíbula, ya que eran clave para la comparación e identificación entre las diferentes disposiciones geométricas.

El magíster explica que “la labor de un paleontólogo es como la de un detective, que trabaja en las sombras de la historia y que va buscando pistas para resolver un caso para determinar el origen de los fósiles, que son pequeñas huellas o páginas de la historia”.

Los 24 puntos se iban quitando poco a poco para evaluar si el análisis seguía siendo eficaz en fragmentos cada vez más pequeños, para lo cual también se utilizó el método estadístico análisis discriminante cuadrático.

“Aunque no se pudo determinar que el fósil es de zorro cangrejero, es la primera vez que se utiliza esta metodología para evaluar la morfología de mandíbula de un fósil de hace 50.000 años de esta especie y su relación con otras, en las que sí tiene una efectividad muy alta”.

“Se espera que el método sea el punto de partida para estas investigaciones, en las que es importante tener más información, ya que la metodología trabaja con cerca de 48 ejes en un plano cartesiano, lo que quiere decir que para análisis más robustos se necesitan al menos 48 fotografías de cada animal, y hay ciertas especies que solo tenían 10, por ejemplo, el zorro de orejas cortas”, asegura el investigador.

La morfología clásica, forma tradicional de hacer estos análisis, es una herramienta muy valiosa pero se queda corta al estudiar partes como fragmentos pequeños de mandíbula o dentadura de estas especies, ya que no hay una información detallada de cómo están conformadas, por lo que esta investigación ofrece un primer acercamiento a la identidad y la dieta de los fósiles de la familia de los zorros cangrejeros.

“También se determinó que hay una gran cantidad de especímenes que estarían mal caracterizados, pues si no se tienen las suficientes imágenes no se pueden sacar conclusiones sobre su taxonomía, lo cual también pone sobre la mesa la importancia del uso de la morfometría geométrica”, afirma.

Con respecto a la alimentación, se estudiaron 4 categorías: hipercarnivoros (aquellos que en manada cazan animales que son más grandes que ellos), carnívoros, insectívoros y omnívoros (en ese último está el zorro cangrejero). El análisis mostró que la mayor precisión se da para el primer grupo, pero en general evidenció muy buenos resultados para los demás”.


Referencias:

Método estadístico ayudaría a identificar fósiles de zorros y lobos de hace 50.000 años. Fuente: Agencia UNAL 04.09.2023. (https://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/metodo-estadistico-ayudaria-a-identificar-fosiles-de-zorros-y-lobos-de-hace-50000-anos?fbclid=IwAR3VUmzhuXRJOwCzYRxbTLM3hrYZmslN1Mi9qLqI3_3SYaAFUuTn_MpqSKI) [Última consulta 21.11.2023].



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martes, 11 de julio de 2023

Hallan en Santander fósiles de tortugas marinas que ayudan a entender su evolución en la Tierra


Científicos, liderados por el paleontólogo Edwin Cadena, descubrieron fósiles de tortugas marinas en Zapatoca, Santander, que datan de aproximadamente 135 millones de años. El hallazgo revela que estas tortugas marinas adquirieron tempranamente el gigantismo como característica evolutiva, con un tamaño inicial cercano a dos metros de largo. El estudio, próximo a publicarse en la revista Zoological Journal of Linnean Society, incluye el análisis de huesos de extremidades y restos del caparazón. Además, se exploran las condiciones ecológicas, evidenciando marcas de cortes hechos por dientes de tiburones en los huesos, sugiriendo posibles ataques. Estos fósiles contribuyen a comprender los antiguos ecosistemas y las dinámicas ecológicas que influyeron en la evolución de estas tortugas marinas extintas, conocidas como Protostegidae. Este descubrimiento se suma a otros realizados por Cadena y su equipo en distintas zonas de Colombia, aportando valiosa información sobre la vida prehistórica en la región.

A continuación la noticia publicada por Vanguardia:


"Científicos hallaron en Zapatoca, Santander, los fósiles de tortugas marinas que habitaron en esta zona de Colombia hace aproximadamente 135 millones de años.

El paleontólogo Edwin Cadena, profesor de la Universidad del Rosario y oriundo de Zapatoca, Santander, junto a un estudiante de geología de la Universidad Nacional de Colombia, Diego Combita, hallaron fósiles de tortugas marinas que ayudan a entender la evolución de estos animales.

“Lo que muestran los fósiles de Zapatoca es que el gigantismo en este grupo de tortugas fue una característica adquirida tempranamente en su proceso evolutivo y no algo que surgió a través del tiempo. El tamaño inicial de estas tortugas fue cercano a dos metros de largo, algo bastante grande para cualquier tortuga de su época”.

Le puede interesar: Así es como este santandereano se ha convertido en uno de los mejores paleontólogos de Colombia

El estudio de los fósiles, que será publicado en la revista internacional Zoological Journal of Linnean Society, presenta el análisis de varios huesos de las extremidades y restos fósiles del caparazón.

La investigación, cuenta Cadena, también explora las condiciones ecológicas y demuestra que estas tortugas marinas extintas tenían que enfrentar posibles ataques realizados por tiburones, como se evidencia en marcas de cortes hechas por los dientes de estos en la superficie de los huesos de las tortugas.



“Los fósiles de tortugas marinas de Zapatoca contribuyen a la comprensión de los ecosistemas antiguos y las posibles dinámicas ecológicas y ambientales que dieron forma a la evolución de estas magníficas criaturas. Las tortugas marinas que habitaban este antiguo mar constituían un grupo hermano, pero a su vez distinto de las tortugas marinas actuales, conocido como Protostegidae”, indica Cadena, geólogo de la UIS y director del programa en Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario.

Este hallazgo se suma a otros realizados por este santandereano y su equipo en dos zonas de Colombia. En el ‘mar de fósiles’, como le llama Cadena a Zapatoca, fueron encontrados por el científico partes de una mandíbula y de algunas extremidades de los primeros reptiles voladores de Colombia, conocidos como pterosaurios y también un fósil de tiburón de dientes planos en Santander, que constituyó el primer registro en su grupo en América.

También descubrió, con apoyo de Rubén Darío Vanegas, del Museo de Historia Natural de La Tatacoa, es el registro más antiguo en el país del género de la tortuga Podocnemis o tortuga de río como se conoce comúnmente, especie que actualmente está en peligro de extinción.

“A medida que nuestra comprensión de la vida prehistórica continúa aumentando, estudios como este desempeñan un papel crucial en descubrir los secretos de los antiguos habitantes de nuestro planeta y sus notables adaptaciones”, indicó el paleontólogo”.


Referencias:

Daniela Puentes. Hallan en Santander fósiles de tortugas marinas que ayudan a entender su evolución en la Tierra. Fuente: Vanguardia 11.07.2023. (https://www.vanguardia.com/mundo/ciencia/hallan-en-santander-fosiles-de-tortugas-marinas-que-ayudan-a-entender-su-evolucion-en-la-tierra-HC6994009?fbclid=IwAR2tpXmFgyZgHTSIwYC3eoPA05IuuWWO46yW_2epz9Q6M_2SHg5F8XYVWlw) [Última consulta 21.11.2023].



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Plantas o tortugas fósiles?

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