Esta fue una de las principales razones que tuvo Carlos Alberto Ríos, geólogo
de la Universidad Industrial de Santander (UIS), para que junto con alumnos y
profesores de la escuela, concretara la idea de crear el Museo Geológico Marino
Arce Herrera.
De esto hace dos años. Hoy se encuentran clasificadas más de cuatro mil
piezas que comprenden colecciones de paleontología (fósiles de animales y
plantas), de Petrografía (rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas) y de
Mineralogía (sustancias puras).
Alrededor de este museo se ha logrado una mayor compenetración con la
comunidad y se constituye en una biblioteca abierta de apoyo al proceso
educativo de quienes cursan allí sus estudios, aunque los programas culturales
se extienden a entidades privadas y a muchos colegios de bachillerato de la
capital santandereana.
La historia geológica del departamento de Santander, es fácilmente
comprensible visitando el museo, pues se pueden observar los restos fosilizados
de un mastodonte, hallado en la zona del municipio de Lebrija, cuyo tamaño
oscilaba entre 12 y 15 metros, y data de la época terciaria.
También se pueden apreciar restos fosilizados de Cretáceos ammonites
(conchas y vestigios de peces marinos), hallados en una zona aledaña a los
municipios de Barichara y Guane. Según los expertos su existencia data de hace
135 millones de años y refleja como en alguna época estas montañas de la
cordillera Oriental, estuvieron, en alguna época, cubiertas por las aguas
saladas del océano.
Este museo, asegura el director de la Escuela de Geología, Luis Enrique
Cruz, se constituye en parte de la vida de los estudiantes, ellos han sido
quienes con su espíritu aventurero y permanente amor por la investigación han
logrado la recolección de piezas valiosas que contribuyen a desentrañar los
profundos enigmas que existen sobre la naturaleza de los seres vivos.
Allí también se pueden comprender las formas caprichosas que adquieren los
suelos que conforman el profundo Cañón del Chicamocha, y que es motivo de
admiración para todos los que han tenido la oportunidad de conocerlo.
Según el profesor Ricardo Mier, de la Escuela de Geología, este cañón está
formado por roca granítica y sobre ella han actuado factores climáticos que han
ocasionado un proceso erosivo que data de hace muchos años. En esto también ha
contribuido la mano del hombre con la deforestación de un área donde la
recuperación del suelo es casi que imposible.
El museo geológico cuenta también con una variada gama de bivalvos
(moluscos de doble concha), trilobites (crustáceos fósiles de los terrenos
primarios) y otras clasificaciones que dan una muestra clara de cómo era el
ambiente marino en la región de La Floresta (Boyacá) donde también fueron
recogidas las muestras.
Uno de los principales objetivos que inspira a este museo, es el de
divulgar las ciencias de la tierra, enseñando el respeto y cuidado que se debe
tener por el planeta.
Propósito que adquiere mayor vigencia, si tenemos en cuenta que el futuro
de la tierra es incierto, si se sigue adelante con la deforestación masiva de
bosques, la apertura de vías sin tener en cuenta el impacto ambiental que estas
pueden ocasionar, la explotación inadecuada de canteras y la escasa atención
que se le brinda a nuestra principal fuente de vida: el agua.
Incursionar en el mundo de lo desconocido es quizás una de las experiencias
más maravillosas que puede tener el hombre, y eso es lo que se consigue con la
visita al Museo Geológico.
Referencias:
Redacción. Enigmas de la vida resueltos por fósiles. Fuente El Tiempo 24.06.1995 (https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-352230)
[Última consulta 16.01.2023]
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