El yacimiento del Cerrejón sigue siendo un lugar de asombrosos descubrimientos, una ventana a lo que era la
vida hace 60 millones de años, una reproducción de los ecosistemas que sobrevivieron
a la gran extinción que se produjo a finales del periodo cretácico (en la que
desaparecieron no solo los dinosaurios, sino también un 75% de las especies biológicas
que en ese entonces habitaban nuestro planeta) y de cómo evolucionaron después
de tan importante acontecimiento, supervivientes, -cocodrilos, tortugas y
serpientes- que alcanzaron grandes
tamaños y que ocuparon los nichos ecológicos que habían dejado sus parientes
extintos.
Pero no solo los reptiles sobrevivientes de la gran
extinción han sido hallados en tan fabuloso yacimiento, gran variedad de árboles
y plantas nos cuentan cuál fue el origen de los bosques que encontramos en los
actuales climas subtropicales de nuestro planeta.
Un
espécimen de Anthracosuchus es
preparado junto al cráneo de un Alligator. Foto Alex Hastings
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Reino:
Animalia
Filo: Chordata
Clase:
Sauropsida
Subclase:
Diapsida
Suborden: Crocodylomorpha
Suborden: Crocodylomorpha
Sin clas.:
Mesoeucrocodylia
Familia:
Dyrosauridae
Género: Anthracosuchus
Especie: A. balrogus
En esta ocasión, reportamos el descubrimiento de una nueva especie de cocodrilo perteneciente a la
familia Dyrosauridae, familia extinta
de crocodiliformes originarios del norte de África y que se dispersaron al
continente americano a través del Atlántico norte al menos en tres olas migratorias
ocurridas entre el Cretácico superior o comienzos del Paleoceno.
El nuevo cocodrilo bautizado como Anthracosuchus balrogus, hace referencia a la bestia que habitaba “las
Minas de Moria”, famosas minas de la Tierra Media inmortalizadas en la obra de JRR Tolkien, “El
Señor de los Anillos”.
Imágen
de dos de los cuatro cráneos de Anthracosuchus descubiertos en el Cerrejón. Escala 10 cm. Foto Alex Hastings
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Los restos de Anthracosuchus
incluyen cuatro cráneos parciales, restos postcraneales asociados, costillas,
vértebras, pubis, falanges y dientes que fueron hallados en 2005 y 2007 en una
misma capa estratigráfica ampliamente expuesta en la mina del Cerrejón. La composición
geológica de esta capa nos habla de una llanura de inundación fluvial con
abundante vida vegetal, que nos representa un ecosistema de hace 58 – 60 millones
de años, donde vivía también la colosal boa Titanoboa
cerrejonensis. Se estima que Anthracosuchus
balrogus medía unos 5 m de longitud y
podía pesar unos 410 kg.
Según el Dr. Alex Hastings, uno de los científicos
autores del artículo, “Rápidamente se hizo evidente que los cuatro especímenes
fósiles descubiertos, no se parecían a ninguna especie de Dyrosauridae encontrada
con anterioridad”, ya que quizás la característica más importante del Anthracosuchus es su hocico, corto y
casi cuadrado, que sumado a los grandes músculos de la mandíbula, - típicos de
los Dyrosauridae -, le daría un mordisco increíblemente poderoso e inusualmente
contundente para la familia. Se han encontrado impresiones dentales en
caparazones de tortuga recuperadas en el mismo sitio del hallazgo, lo que es un
claro indicador de depredación por parte de Anthracosuchus.
Este modelo es totalmente diferente al conocido hasta ahora para la familia; “El estudio de los
hallazgos de la familia Dyrosauridae en
el Cerrejón (recordemos que en el mismo yacimiento se han descrito las especies
Acherontisuchus guajiraensis y Cerrejonisuchus improcerus), está proporcionando
una mejor comprensión de la historia temprana de los cocodrilos en el Neotrópico”,
concluyó el autor principal del estudio, el Dr. Carlos Jaramillo del Instituto
Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
Titanoboa
hubiera representado un seria amenaza para Anthracosuchus.
Imagen Universidad de Florida
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Debemos anotar que gran parte de los dirosáuridos descubiertos
en África, proceden de sedimentos marinos, por lo que se cree que habitaban lo que era el
mar Trans sahariano, mientras que los hallados en el Cerrejón se suponen
habitaban en un ambiente de transición entre el mar y los ríos rodeados por las
selvas neotropicales que formaban el entorno del noreste colombiano hace 60
millones de años. Es posible que esta capacidad para adaptarse a ambientes
marinos y de agua dulce, ayudo a la supervivencia del grupo después de eventos
como la extinción masiva del Cretácico – Terciario. Se considera que junto con Cerrejonisuchus improcerus y la especie africana Chenanisuchus lateroculi, son los miembros
basales de la familia.
Referencias:
Hastings, A.
K.; Bloch, J. I.; Jaramillo, C. A. (2014). «A new blunt-snouted dyrosaurid, Anthracosuchus
balrogus gen. Et sp. Nov.(Crocodylomorpha, Mesoeucrocodylia), from the
Palaeocene of Colombia». Historical Biology:
pp. 1
Anthracosuchus balrogus: Giant Prehistoric Crocodile Discovered. Sci-News. 04.06.2014
(http://www.sci-news.com/paleontology/science-anthracosuchus-balrogus-giant-prehistoric-crocodile-01966.html) [Última
consulta 11.07.2014]
Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Anthracosuchus) [Última consulta 11.07.2014]
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